Las marchas de hoy comenzaron horas después de que hombres enmascarados de filiación desconocida atacaran con tiros de escopeta, cuchillos y palos a opositores egipcios que desde hace días acampan en la céntrica plaza Tahrir en protesta contra el presidente del país, el islamista Mohamed Mursi.
Al menos 11 manifestantes resultaron heridos en el ataque, que ocurrió antes del amanecer, informó la agencia de noticias oficial MENA, que citó a un responsable del Ministerio de Salud.
La Carta Magna polarizó hondamente a la nación y desató la peor ola de violencia política callejera desde que Mursi asumiera como primer presidente de Egipto electo democráticamente, en junio.
De un lado de la división se encuentran Mursi, su movimiento islamista Hermandad Musulmana y otros islamistas más conservadores, los salafistas, mientras que en la vereda de enfrente están laicos y cristianos que dicen que la Constitución restringe libertades civiles y derechos de las mujeres y minorías.
Para los seguidores del presidente, en cambio, la Constitución corona el proceso de transición a la democracia que Egipto comenzó a desandar luego del derrocamiento del autocrático ex mandatario Hosni Mubarak en una revuelta popular en febrero de 2011.
Hoy, los alrededores del Palacio Presidencial en El Cairo volvieron a ser escenario de protestas contra Mursi y contra el texto constitucional, que fue redactado por una Asamblea de mayoría islamista de la cual se habían retirado los miembros de la oposición laica en señal de descontento con la Carta Magna.
Ante un palacio de paredes pintadas con grafitis contra Mursi y resguardado por un cordón policial, los congregados cantaron lemas que pedían la salida del poder de Mursi y mostraron banderas de Egipto y fotografías de jóvenes revolucionarios fallecidos.
El manifestante Hazem Badia dijo a la agencia de noticias EFE que la Hermandad Musulmana "gobierna el país desde un punto de vista religioso, distinto al del resto de egipcios y atrasado, ya que no tiene ninguna relación con el progreso".
En contraposición al ambiente liberal que reinaba en torno al palacio de Itihadiya, los islamistas volvieron a competir con los opositores en términos de capacidad de movilización y defendieron en las calles la política de Mursi y el proyecto de Constitución.
"No se puede luchar contra el islam en Egipto. Queremos que se aplique la ley islámica y todos los que la rechazan son nuestros enemigos", explicó a EFE el egipcio Adel Ali en la plaza de Raba Adauiya, en el distrito cairota de Medinat Naser.
Una multitud de hombres barbudos y un escaso número de mujeres con velo protagonizaron marchas en varias zonas del país para respaldar la nueva Carta Magna enarbolando banderas con versos coránicos y entonando lemas como "El Islam es la solución", propio de la Hermandad Musulmana.
Mursi dio ayer poderes policiales al Ejército hasta que se conozcan los resultados del referendo y lo autorizó a detener a civiles, pero la Presidencia aclaró hoy que el decreto no estipula que los civiles arrestados sean procesados ante la Justicia castrense.
Lo que parecen visiones irreconciliables entre los islamistas y los no islamistas volvieron a reflejarse en las calles, mientras persisten las dudas sobre la viabilidad del referendo.
El Club de Jueces, la principal asociación de la magistratura, anunció hoy que sus miembros no participarán en la supervisión de la consulta, según lo decidieron más del 90% de los magistrados.
Por ahora, la oposición, reunida bajo el Frente de Salvación Nacional, ha pospuesto hasta mañana su decisión sobre si boicotear o pedir el no en el plebiscito. Hasta ahora, el Frente abogó por el aplazamiento de la consulta.
Mursi lanzó a última hora de hoy un nuevo intento para que la oposición participe mañana en su diálogo nacional, de forma que el referendo pueda salir adelante con el mayor consenso posible.
En un llamamiento paralelo, que evidencia las grietas entre la institución presidencial y el Ejército, las Fuerzas Armadas egipcias convocaron mañana a una reunión de "la familia egipcia", en la que invitaron a representantes políticos, culturales y sociales del país.
La inestabilidad política en el país ha llevado al gobierno egipcio a pedir al Fondo Monetario Internacional (FMI) que retrase un mes las negociaciones para obtener un préstamo de 4.800 millones de dólares de ese organismo, según aseguró hoy el primer ministro egipcio, Hisham Qandil.
Las autoridades egipcias han solicitado posponer su petición del préstamo, sobre el que el pasado 20 de noviembre ambas partes llegaron a un principio de acuerdo, que estipulaba una serie de medidas para reducir el déficit público.
Hace dos días, Mursi aprobó una importante subida de impuestos a determinados bienes y servicios que tuvo que suspender horas después ante las presiones recibidas y el clima convulso que se respira en el país.
Fuente: Télam