A juzgar por los antecedentes, Ciudad del Cabo ya le dio un guiño a la Argentina. El 4 de diciembre pasado el azar resolvió aquí los primeros tres rivales que tuvo el equipo de Diego Maradona en la Copa del Mundo. En la ceremonia del sorteo, con temperaturas más cálidas que ahora, se definió que la Argentina iba a integrar el Grupo B y que se iba a enfrentar con Nigeria, Corea del Sur y Grecia. El seleccionado dejará el HPC de Pretoria por unos días. Llegará aquí durante el atardecer sudafricano, con la caída de un sol de primavera.
A la vera del Atlántico, la silueta del estadio Green Point se levanta imponente. Sobre la costa, un cinturón de bares y restaurantes hace del Waterfront un punto de reunión turístico. Desde allí parten los ferries hacia Robben Island, donde se situaba la cárcel en la que permaneció Nelson Mandel gran parte de sus 27 años que estuvo en prisión.
El desembarco de la tropa argentina se percibe: familias vestidas de celeste y blanco y grupos de amigos en barra disfrutando de una jornada distinta a las que los tenía acostumbrado el Mundial. A 1460 kilómetros de Johannesburgo, en Ciudad del Cabo el clima es sonriente, más benévolo. Hay playas y el circuito turístico es más atractivo. Los locales, dicen, que es una suerte de Miami sudafricano.
A casi ocho horas de avión desde Buenos Aires, Ciudad del Cabo es un sitio encantador. Es la segunda urbe más poblada del país después de Johannesburgo, con 3.500.000 de habitantes. Fue uno de los últimos bastiones en permanecer bajo colonización europea y en la actualidad presenta una particularidad: es la única ciudad que no es gobernada por el ANC, el partido oficialista que lideró Mandela. El alcalde es Dan Plato, de la Alianza Democrática, el partido de raza blanca que también se oponía a la nefasta política de segregación racial.
Fuente: Canchaballena.com