En 1997 se había coronado en la Supercopa Sudamericana, disputada por los ganadores de la Libertadores, frente a San Pablo, luego de empatar en Brasil y ganar 2 a 1 en el Monumental.
En 2014, su arribo se dio en un momento inesperado, cuando River podía de una vez por todas darse el lujo de sentirse campeón del fútbol argentino.
Corrían los últimos días de mayo, y después de los títulos del Torneo Final y de la Superfinal, los hinchas, jugadores y dirigentes de River se desayunaron con la noticia de que Ramón Díaz dejaba el cargo por diferencias con los dirigentes, teniendo todavía un año más de contrato.
El nombre indicado y al que le apuntó el presidente Rodolfo D´Onofrio fue el de Marcelo Gallardo, aquel exquisito jugador "Millonario", con pegada magistral, que hacía sus primeras armas como entrenador, y que había logrado el Campeonato Uruguayo con Nacional en 2012.
Sin grandes rasgos con respecto a su manera de planificar, Gallardo tomó las riendas del River campeón.
El "Muñeco" recibió de buena manera el regreso del uruguayo Carlos Sánchez, a quien lo transformó como alma del equipo y le catapultó al seleccionado de su país.
No sólo Sánchez reemplazó de buena manera en el puesto al colombiano Carlos Carbonero, sino que lo mejoró y potenció a un equipo que mostró una mayor presión, dinámica y vocación ofensiva.
Además, los valores importantes que le dieron Leonardo Pisculichi, Matías Kranevitter y el uruguayo Rodrigo Mora, quien también volvía de un préstamo del exterior, fueron determinantes para que River se convierta en una sensación y arrase en el plano local e internacional.
La semifinal con Boca Juniors le hizo al entrenador replantear su planificación de trabajo y enfocar los cañones a la Sudamericana.
El "Muñeco" y su River eliminó a Boca, le dio una inmensa alegría a los hinchas "Millonarios" y después contra Atlético Nacional entró en la historia al darle al club el título de Sudamericana que le faltaba.
Fuente: diario26.com