Ha dejado archivada la imagen de una formación timorata y confundida, que le restó equilibrio en la segunda parte del pasado Apertura.
Ahora, sabe lo que quiere y lo pone en práctica sin titubeos; esto es identidad y, sin ella, quizás estaría deambulando por los puestos de abajo de la tabla.
El Turco fue jugador de Carlos Bianchi y, se advierte, ha tomado puntos de vista que son una marca registrada del Virrey. Los está aplicando, partido tras partido, con la convicción de quien sabe que sus planteos de juego son captados por el grupo y puestos en práctica sin fisuras.
El entrenador tomó del Bianchi de Vélez la premisa de que el orden defensivo debe darle seguridad permanente al resto de la formación.
A partir de la última línea se consolida el sector central de la cancha y, desde allí, quienes ocupan posiciones en ataque cuentan con el respaldo de una pelota que les llega limpia y en circuitos asociados.
Asad para a Sigali o Dutari, Martínez y Curbelo igual que el Virrey lo hacía con Zandoná, Trotta y Sotomayor; tres centrales en línea, con una salida por la izquierda: Formica en este caso y el Pacha Cardozo, hoy ayudante de campo del Turco, en el Fortín del´93/´94.
Con esto, logra fortaleza en el juego aéreo y firmeza en el mano a mano, adaptando el sistema respecto de quien se tenga enfrente.
Alves leyó este esquema y optó por dos tanques en el juego de arriba - Palermo y Viatri - para evitar que uno solo quedara encajonado entre tantos centrales adversarios.
El técnico de Boca apostó a las llegadas por los laterales de Méndez y de Erbes, para que todo el peso de la creación no recaiga sólo en Riquelme.
El chileno Medel, como doble cinco, alternará con Méndez la función del corte y de los relevos, especialmente cuando Monzón o Villafañe quieran apoyar en ataque.
Lo más probable es que Asad haga tomar a Román en una marca escalonada, porque un Riquelme lúcido puede aguantar la pelota y llevarla hasta veinticinco o treinta metros del arco de Ibañez, con la intención de meter un pase filtrado o de que le cometan falta en una distancia ideal para su remate Franco.
En consecuencia, si el trío de centrales tombino está concentrado y evita que Palermo y/o Viatri dominen el juego por alto, y tanto Rojas como Sánchez le achican el espacio a Riquelme, las posibilidades de que el Xeneize hiera en ataque se reducirán al mínimo.
Con la pelota en su poder, las conexiones entre Ramírez y Carranza pueden provocar la diferencia, más que nada porque Higuain cumple un trabajo táctico clave al sacar a su marca en diagonales.
El Tomba llega mejor posicionado que Boca a este enfrentamiento, pero debe jugar su partido y no contagiarse de la presión que bajara desde las tribunas del Malvinas.
Si lo hace, las chances de quedarse con los tres puntos serán más una certeza que una conjetura.
Fuente: Los Andes/online
