Las escasas aspiraciones deportivas de jugadores que ganan suculentos contratos en Europa; el ineficiente proceso de integración de futbolistas exitosos en procesos juveniles al equipo absoluto y la discontinuidad de una línea de trabajo al momento de cambiar entrenadores, conforman selecciones sin identidad, que están muy lejos de acercarse al éxito.
Curiosamente, Alfio Basile, quien fue el conductor del equipo que dio la vuelta olímpica en Ecuador (consiguió por entonces el bicampeonato continental, al sumarse ese título a la brillante conquista de la Copa América de Chile 1991), tiene actualmente el enorme desafío de recuperar la gloria perdida.
Dos meses después de la final ganada a México (2-1) en 1993, sobrevino el rotundo 0-5 ante Colombia en el estadio Monumental y el consiguiente regreso de Diego Armando Maradona a la selección.
Los privilegios del astro, que contó con un cuerpo de preparadores físicos externos, derivaron en el doping positivo por efedrina, que a su vez desembocó en la triste eliminación (en los octavos de final de Estados Unidos ’94) de un equipo que sólo estaba preparado para jugar “con” Maradona.
El libertinaje del ciclo de Basile, que afloró por la temprana eliminación, derivó en la disciplina con la que Daniel Passarella intentó patentar su etapa al frente de la selección, que terminó con la eliminación ante Holanda en los cuartos de final de Francia ’98.
Marcelo Bielsa trajo luego su estilo de trabajo obsesivo, serio y alejado de los flashes, que sobrevivió finalmente a la impiadosa eliminación en la primera rueda de Japón-Corea 2002, para concluir en la final perdida por penales ante Brasil en la Copa América de Perú 2004.
Con su desvinculación, después de obtener la primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos para el fútbol argentino, se fue también una forma de juego definida, que no traicionó la propuesta ofensiva ante los cambios geográficos.
José Pekerman, más permeable a la influencia de Grondona, soportó otra derrota en una final con Brasil, en la Copa de Confederaciones 2006 y la vuelta a casa en los ya “fatídicos” cuartos de final, esta vez del mundial de Alemania, por penales frente al seleccionado local.
Basile y su exitosísimo paso por Boca, que incluyó 5 títulos en igual cantidad de torneos disputados, apareció de nuevo por Ezeiza, de la mano de Maradona, para tratar de encauzar el rumbo.
Pero el protagonismo de Juan Román Riquelme no bastó para evitar la tercera final perdida por Argentina ante Brasil en tres años (con un lapidario 3-0 en la Copa América de Venezuela 2007) y los supuestos aires renovados dieron paso nuevamente a la incertidumbre.
A dos años del mundial de Sudáfrica, la selección no da demasiadas posibilidades de ilusionarse con alcanzar el éxito y cortar la serie de frustraciones. ¿La AFA festejará los 15?(Telam)
