La Jolla, en San Diego, donde se hospeda en el seleccionado argentino, puede ser comparada con algunos lugares de la zona norte del Gran Buenos Aires, como las Lomas de San Isidro o Nordelta, donde las construcciones no superan los dos o tres pisos como máximo.
En esta parte del planeta reina la tranquilidad, siendo un lugar más que propicio para deportes como el golf, al punto que aquí a partir del lunes se jugará el US Open, que el año pasado ganó el cordobés Angel Cabrera.
Pero esa tranquilidad se ve desbordada cuando pasan los Blue Angels, que en la actualidad están formados por cazas F18.
Si bien estos aviones sólo se los puede observar por segundos, si vuelan bajo en el momento que pasan da la sensación que se viene el mundo abajo.
Las “acrobacias” de estos aviones, que siempre salen de a seis, prácticamente no se pueden observar, porque se escucha que están por llegar y en un abrir y cerrar de ojos desaparecen, pero el ruido, como de explosiones, llama la atención, claro está, menos a los habitantes de este lugar porque ya están acostumbrados.
Lo curioso, por llamarlo de alguna manera, es que los estadounidenses se muestran orgullosos cuando ven pasar a esos aviones, por más que justo en ese momento y estén durmiendo y se tengan que despertar porque no saben si explotó el mundo o si se produjo un terremoto.
Estos F18 parten de los portaviones que salen de la bases de San Diego, y en su mayoría son vuelos de prueba.
Pero no sólo por el aire aparecen aviones, sino que también suelen pasar helicópteros, que también alteran la calma de esta zona, que desde el piso, como dijo un argentino en la práctica de ayer del seleccionado de Alfio Basile, “parecen departamentos con hélices”, por lo grande que son.Carlos Juvenal
Enviado especial a San Diego, Estados Unidos(Telam)
