Pero también de Europa y, por qué no, de todo futbolero capaz de poner en suspenso sus devociones inmediatas en aras de una causa superior: el gusto por el talento asociado.
Este equipo conducido por Vicente del Bosque, que a decir de algún otro entrenador bien podría ser llevado a buen puerto por una tía más o menos despierta, interpela, pero sólo para empezar a enumerar sus virtudes, esa curiosa creencia que ve toda una dificultad en la superpoblación de jugadores creativos. (Télam)