La muerte de Guillermo León Sáenz Vargas, alias ´Alfonso Cano´, jefe máximo del grupo terrorista FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), la guerrilla comunista más antigua de América Latina, mostró la verdadera cara de esa organización, dice Caicedo Correa.
Según él, ese cambio de carácter no fue gratuito: la movilidad que tiene un grupo alzado en el monte no es la misma que la de una banda dedicada a traficar droga. "El narcotráfico los hizo cambiar de pensamiento, los volvió más cómodos", afirma.
"En esas últimas horas (Alfonso Cano) debió de estar acompañado en sus pensamientos de los 40 miembros de las FARC que hizo fusilar en sus últimos meses de mandato y huida por la paranoia de sentirse traicionado", dice también Caicedo Correa. En efecto, la guerrilla colombiana ha padecido crecientes deserciones influidas no sólo por la desmoralización que generan tantos años de lucha inútil y los golpes recibidos, sino también por el dinero que manejaba en cantidades crecientes y que era una incitación a la traición.
La muerte de Cano pone por lo tanto a prueba la solidez de esta organización que, carente de líderes legitimados por la historia, hasta puede ser incapaz de atravesar una sucesión pacífica en su cúpula.
En opinión del senador colombiano Juan Manuel Galán P., contenida en un artículo publicado en el diario colombiano La Tarde, "en este momento esa organización tiende a acrecentar su aislamiento de la sociedad, a obrar con impaciencia, a sentirse fatigada, frustrada e impotente tras 50 años de un conflicto inútil y desangrante".
Galán también cree que "la radicalidad ideológica que representaba Alfonso Cano" era una de "las ataduras que no le permiten (a las FARC) abandonar las armas"
"La muerte de Alfonso Cano puede marcar un antes y un después para las FARC y para el desenvolvimiento de este largo y añejo conflicto", dice por su parte Luis Eduardo Celis de la Corporación Nuevo Arco Iris, una ONG que trabaja para la paz en Colombia.
En un artículo publicado en la revista Semana, Celis dice que "el Estado (colombiano) tiene un balance positivo en la última década en la confrontación con las guerrillas, al haberlas desalojado de zonas importantes del territorio, golpear a la dirigencia, desestructurar estructuras importantes tanto de FARC como del ELN, mostrar una superioridad tecnológica y operativa y contar con un amplio respaldo ciudadano".
Pero Celis también expresa el temor de que el "núcleo duro (de la guerrilla) se empeñe en mostrar que (las FARC) están vivas y activas en su intención de seguir presentes en la vida nacional, con un discurso político y una agenda de poder".
Y asegura que "si no hay un proceso político que permita los acuerdos y las concertaciones", vendrá "una larga agonía en la que estas fuerzas con una vocación de poder poco a poco cambiarán su esencia de organizaciones en armas para promover unas ideas políticas en organizaciones donde el narcotráfico ganará cada día más espacio en sus motivaciones principales".
En tanto, el corresponsal en Buenos Aires del diario El Universal de México, José Vales, sostiene que las FARC son "una guerrilla que avanza al patíbulo" porque "el grupo rebelde se halla diezmado tras la muerte de su líder y los fuertes golpes propinados por el ejército".
Aun así, y pese a no contar casi ya con líderes históricos en sus filas debido a las bajas y a las fracturas internas, lejos de dar marcha atrás, el grupo parece seguir su fuga hacia adelante y hacia el exterminio.
Vales recuerda que "el presidente (colombiano) Juan Manuel Santos se mostró siempre abierto (al diálogo con la guerrilla), aunque a decir verdad, también cumplió su palabra de seguir acosando a los líderes de la guerrilla mientras éstos no entregaran las armas".
El golpe del 4 de noviembre, cuando Alfonso Cano cayó en Cauca tratando de romper el cerco militar en el que se encontraba, fue un éxito de esta ofensiva y un golpe contundente a las FARC.
"Hoy, los miembros de las FARC apenas suman seis mil, según la fundación Seguridad y Democracia", dice Vales. "Además, se quedó sin sus mejores cuadros políticos, como (Raúl) Reyes y (Alfonso) Cano, y sin su mayor estratega militar, Víctor Julio Suárez Rojas, alias Jorge Briceño o Mono Jojoy", agrega el corresponsal de El Universal.
Finalmente, Vales también subraya que, "en el terreno internacional, con el presidente venezolano Hugo Chávez aliado a Santos", se percibe la soledad de esta añeja guerrilla.
Fuente: América.infobae.com
