"Con más autogobierno, el apoyo a la independencia caería", coincidían los analistas. Sin embargo, los partidos británicos, tanto conservadores como laboristas, vienen negando desde hace tiempo lo que en Escocia se conoce como "devolution max", es decir, una devolución de competencias al Parlamento escocés.
Esta cuestión, sumada a la ausencia de políticas sociales para los sectores más deprimidos por parte de Westminster, -sistema que no representa adecuadamente los intereses de los escoceses, que se declaran en su mayoría socialdemócratas-, no hizo más que elevar el descontento en Escocia.
La campaña de los unionistas, "Better Together" (Mejor Juntos), estuvo centrada inicialmente en las amenazas en torno al futuro de la moneda -libra esterlina- y la permanencia de Escocia en la Unión Europea, hasta que en la recta final, el pánico provocado por el avance del "Sí", que impulsaba un mensaje de esperanza, provocó un cambio de rumbo.
Entonces, los líderes británicos llegaron corriendo con una "nueva" propuesta de devolución de poderes a Escocia y, frente a la incertidumbre que rodeaba el sueño independentista que ofrecía el "Sí", los escoceses, sobre todo los indecisos, eligieron la oferta más segura del "No".
El día después del referéndum, en las calles de Edimburgo ya no hay casi rastros de lo que fue la jornada más trascendente de la historia recinto de Escocia y el Reino Unido. Algunas banderas del "Yes" siguen colgando de ventanas, pero poco más. La capital escocesa recobró su ritmo habituar, aunque nada volverá a ser igual.
"Fueron días muy intensos y emocionales. Ahora estoy más aliviado. Voté 'No' porque el proyecto del Partido Nacionalista Escocés (SNP) no me convencía, generaba demasiada incertidumbre", dijo a Télam Grant Jordan, mientras se dirigía a su trabajo.
"Soy escocés y creo que tenemos que poder decidir sobre cuestiones que nos afectan directamente, por eso opté por la el 'No'", añadió este hombre de 40 años. "Entre la incertidumbre del "Sí" y la oferta de más autogobierno del 'No', los indecisos eligieron la última", subrayó Jordan.
Amrita Bakashi, por su parte, dijo que ella "siempre estuvo más del lado del 'No" porque "no soy nacionalista y el mensaje de Alex Salmond -el líder independentista impulsor del referéndum- me parecía que era puro slogan, pura propaganda vacía".
No obstante, esta joven de 21 años apuntó que a la hora de votar tuvo en cuenta que quería un cambio para Escocia y el "No" era una opción más segura "sin caer en el inmovilismo". "Estoy más tranquila y espero que Escocia cambie para mejor", remarcó.
En la otra vereda, entre los votantes del "Sí", como Rebeca Moffit, una joven de 16 años que acudía a las urnas por primera vez, el sentimiento era de desilusión. "Estoy muy decepcionada. Estuve pensando mucho en la decisión, en qué votar, y decidí con el corazón, por la esperanza de tener un futuro mejor", explicó esta joven, que trabaja en un puesto de comida de Grassmarket.
"Ahora no creo que todo va a ser peor, no cambiará nada, no darán nada de lo que dicen", añadió con pesimismo.
"Estoy triste, no se si todo esto valió la pena", reflexionaba Charles Nellson, trabajador del servicio de limpieza municipal. "La gente no fue valiente, tenía miedo de decir que sí", señaló.
"Si tienes dinero te preocupan tu pensión, tu trabajo, y no estás dispuesto a apoyar el cambio, pero si eres como yo, no tienes nada que perder", añadió Nellson, decepcionado hasta tal punto que afirma que "no volverá a votar" en las elecciones generales del próximo mayo. "¿Para qué? No tiene sentido", subrayó.
Esta tarde, frente al Parlamento de Edimburgo, cientos de votantes del "Sí" se reunieron en una especie de duelo colectivo.
Muchos de ellos lloraban la oportunidad perdida, mientras otros juraban continuar con la lucha por la independencia.
A pesar de la derrota, la movilización de la sociedad de Escocia en torno al referéndum no tiene precedentes y envió un mensaje claro al resto del Reino Unido: seguiremos juntos, pero queremos más poderes, y deben tomarnos en serio.
En 2012, cuando el líder independentista Salmond y el primer ministro británico, David Cameron, negociaron el referéndum, el primero tuvo que renunciar a una segunda pregunta en la que Escocia optaría por permanecer en el Reino Unido pero con más poderes. El líder de los "tories", quizás, subestimó a los escoceses.
Fuente: Télam
