Los expertos chinos calificaron entonces ese cambio de "momento histórico para una civilización tradicionalmente agrícola", y predijeron que "significará profundos cambios en los estilos de vida, el empleo, el consumo o incluso los valores", en palabras del sociólogo Li Peilin, de la citada academia estatal.
En los años 50 del siglo XX, poco más de 60 millones de chinos vivían en las ciudades frente a los cerca de 500 millones de agricultores.
En la época maoísta se limitó en gran medida el éxodo rural, por miedo a la superpoblación de las ciudades, por lo que la población del campo chino no comenzó a decrecer hasta los años 90, mientras que la urbana había iniciado un ritmo acelerado de crecimiento en los primeros años de la década de los 80, con la reforma y apertura de Deng Xiaoping.
Se calcula que en los últimos 30 años alrededor de 240 millones de chinos dejaron el campo para emigrar a la ciudad: muchos no tienen otra opción que dedicarse a trabajos no especializados y mal remunerados, como la construcción, y además sufren discriminación en aspectos como el acceso a la educación y la sanidad. infobae.com