En aquella ocasión, Al Assad analizaba la crisis de la región y decía que la búsqueda de acuerdos era un elemento central de la misma. Hoy la padece y escucha que no sólo las potencias occidentales sino también la Liga Arabe, de la que su país es miembro fundador, cuestionan fuertemente su liderazgo.
"Nadie puede arrogarse el derecho a elegir por Siria, sólo los sirios", advierte al consultársele sobre el particular durante el reportaje realizado en el Palacio del Pueblo de Damasco, la sede de gobierno.
Tres años atrás pedía sentarse a la mesa de negociación por el conflicto en Irak ya que era el país que más refugiados había acogido. Hoy, con una mezcla de tristeza e incomprensión, reconoce que la situación humanitaria en Siria "es muy difícil ya que hay muchos refugiados fuera y dentro" del país.
En aquel entonces ponderaba "el éxito" que tenía una iniciativa de Brasil y Turquía respecto a Irán y su conflicto nuclear, y aseguraba que era el comienzo de una relación que abarcaba a los países del Sur-Sur, "un cambio en el mapa político del mundo", sostenía.
Hoy, Turquía es uno de los países señalados por Al Assad como apoyo logístico, armamentístico y de dinero de los insurgentes que pelean contra su gobierno.
Una guerra -aunque por acá se niegan a utilizar ese calificativo- desgasta en todo sentido.
Y al mandatario sirio se le refleja más allá del medio tono que siempre utiliza para hablar, del afable recibimiento para los dos periodistas llegados desde Argentina y de las extremas medidas de seguridad que existen por toda la ciudad.
De aquel Al Assad que anunciaba una reforma constitucional y una apertura política, a éste que desaprovecha la ocasión para decirle al mundo que todas las partes equivocaron en más o en menos el camino -inclusive su gobierno-, también están las huellas de la guerra.
Eligió un camino y parece mucho más cercano a su formación como militar que a su rol de presidente: "No hacemos autocrítica a mitad de camino"; "¿quién contó los muertos que dicen que hay"?; y "la represión no fue desmedida, estuvo a la altura de los ataques", son tan sólo algunos ejemplos de su actual discurso.
Avala y apuesta por la negociación, pero es inflexible en las condiciones que enumera.
¿Cómo cree que lo recordará la historia?, dio Télam el pie en un último intento por escuchar al menos una mínima autocrítica.
"Como alguien que luchó por su Patria contra elementos extranjeros que no respetaban su soberanía", respondió firme y convencido.
Con mucho, seguramente, de razón. Pero dejando morir en el aire los reclamos de una mayor libertad, tan reales como las bombas y disparos que a toda hora encienden y surcan el cielo de la ciudad.
Fuente: Télam