La mañana del domingo 4 de noviembre de 1979, en Teherán, meses después de que Ruhollah Jomeini instaurara una República Islámica luego de aplastar a la monarquía más vieja del mundo, 400 estudiantes islamistas asaltaron el enorme edificio que albergaba la Embajada estadounidense en el país persa.
En pocas horas superaron a los marines que custodian la sede diplomática y tomaron control del lugar desplegando carteles con el lema "Jomeini lucha, Carter tiembla".
Jomeini aceleraba la radicalización de su gobierno teocrático señalando que su principal enemigo es Estados Unidos y justificó la toma en la llegada del derrocado Shah a Estados Unidos, para tratarse en el Cornell Medical Center de Nueva York del cáncer que padecía.
La prensa local iraní calificó a la sede diplomática como un centro de espionaje imperialista que conspiraba contra la revolución y Teherán ofreció canjear al Shah por los 67 rehenes, pero Washington no cedió.
Pocos antes Jomeini se había preguntado en público "¿Por qué necesitamos realmente la relación con América?", tras usar la televisión para apoyar la ocupación de la Embajada y llamar a una lucha sin cuartel contra "el Gran Satán".
Pocos días después el primer ministro, Mehdi Bazargan, nacionalista religioso, y su Gobierno dimitieron en bloque tras denunciar la toma de la Embajada como "una acción contraria a los intereses de Irán", con lo que desapareció el último contrapeso institucional de resistencia al gobierno de Jomeini, quien se vanaglorió de que la civilización occidental "recibió una bofetada en su rostro".
En marzo de 1980, el presidente estadounidense Jimmy Carter, fracasó en una operación de rescate de los rehenes: los helicópteros se estrellaron en el desierto iraní.
Un acuerdo entre Washington y Teherán, por mediación de Argelia, es firmado el 19 de enero de 1981 en la capital argelina. Por el mismo, Washington levantó las sanciones económicas decretadas tras la toma de la Embajada y un día después -minutos después de que Ronald Reagan toma posesión de la presidencia- Teherán liberó a los rehenes.
El hecho dio lugar a una nueva etapa en la historia de las relaciones entre Estados Unidos e Irán, repleta de tensiones y cruces, lapso en el que Washington usó todo su poder para doblegar económica y políticamente a la República Islámica, particularmente a su plan nuclear, y que recién empezó a atenuarse con la llegada al poder del presidente Hasan Rohani, en agosto de 2013.
La firma del acuerdo alcanzado hoy, que da mayor legitimidad a Rohani en el concierto internacional, abre la expectativa a nuevas relaciones entre ambas naciones, que sin embargo aún encontrarán grandes resistencias en la mayoría republicana estadounidense y en Israel, cuyo estrecho vínculo con Washington siempre operó en contra.
Fuente: Télam
