"Si es cierto que el diálogo no ha producido resultados hasta ahora, también es cierto que ´La Salida´ no produjo resultados positivos; al menos, podemos decir que nuestra propuesta no trajo heridos ni muertos", dijo Ramos Allup a la emisora caraqueña Unión Radio.
El nombre La Salida, derivado de la consigna "la salida ya", identifica a la estrategia que, dentro de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) que reúne a 29 partidos opositores, impulsa la renuncia inmediata de Maduro.
La Salida es sostenida por los partidos Voluntad Popular (VP, del encarcelado ex alcalde Leopoldo López), Alianza Bravo Pueblo (ABP, del alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma) y Proyecto Venezuela (PV, del ex gobernador y ex diputado Henrique Salas Römer).
A ellos debe sumarse la ex diputada María Corina Machado, que no tiene filiación partidaria -lidera la asociación civil Vente Venezuela (VV)- pero sí muchos seguidores, a tal punto que fue quien más votos obtuvo en las últimas elecciones parlamentarias.
Fueron ellos quienes alentaron extender al resto del país a partir del 12 de febrero pasado las protestas callejeras cotidianas que grupos de estudiantes habían iniciado en enero en Mérida (capital del estado homónimo) y el 6 de febrero en San Cristóbal, capital de Táchira.
Esas protestas causaron hasta el 11 de junio pasado -fecha del último reporte del gobierno- 42 muertos, 873 heridos, 3.306 detenidos y 189 investigaciones por denuncias de violación de derechos humanos.
Ramos Allup es uno de los principales referentes del ala moderada de la MUD, junto al secretario ejecutivo de la coalición, Ramón Aveledo, y el ex candidato presidencial Henrique Capriles, entre otros.
Ninguno de ellos acompañó la convocatoria a las manifestaciones callejeras, aunque tampoco dejaron de criticar al gobierno, especialmente cuando encarceló a López, acusándolo de ser responsable de los disturbios que causaron los tres primeros muertos, el 12 de febrero, en Caracas.
En cambio, fueron los principales impulsores -y protagonistas- del diálogo con el gobierno que tuvo tres sesiones entre el 10 y el 24 de abril, pero luego quedó congelado por la propia MUD, que argumentó que las autoridades no cumplieron los acuerdos alcanzados en esas reuniones.
Aquel diálogo fue propiciado por la Unasur y el Vaticano, que enviaron a las conversaciones, como "testigos de buena fe", a los cancilleres de Brasil, Colombia y Ecuador, Luiz Figueiredo, María Angela Holguín y Ricardo Patiño, y al nuncio apostólico en Caracas, Aldo Giordano.
Pese a los más de 70 días transcurridos desde la última reunión, diversos voceros del gobierno y la MUD, así como de los "testigos", se pronunciaron en reiteradas ocasiones a favor de reanudar el diálogo.
En lo que respecta a la oposición, Ramos Allup aseguró que son "sólo tres partidos" los que, dentro de la MUD, mantienen la posición de "no ir al diálogo" con las autoridades, reportó la agencia de noticias EFE.
La división de la oposición entre moderados y radicales se reproduce simétricamente dentro del oficialismo, donde tomó estado público a mediados de junio pasado, a partir de la carta con duras críticas a Maduro que Jorge Giordani publicó al día siguiente de haber sido relevado del cargo de ministro de Planificación.
Sin embargo, ya a comienzos de mayo, cuando el diálogo con la oposición aún no había sido declarado congelado, el secretario general del Partido Comunista de Venezuela (PCV, aliado histórico del chavismo), Oscar Figuera, se quejó de que el gobierno dialogara con la MUD mientras "no se dio" un proceso similar "con las fuerzas comprometidas con el proyecto bolivariano".
Fuente: Télam
