Cuatro año después, gigantesca crisis financiera mediante, su gestión deja luces y sombras.
Cumplió su promesa electoral de aprobar una reforma sanitaria que incluyó a unas 40 millones de estadounidenses al sistema de salud, pero aun no logró el crecimiento económico que los estadounidenses demandan en medio de la crisis, quizás el asunto que más preocupa de cara al voto de mañana.
Uno de sus principales cometidos fue la reducción del desempleo: su administración afirma que logró reducir las cifras a la mitad por medidas como la American Recovery and Reinvestment Act, la ley de recuperación y reinversión que firmó en 2009 por $783 mil millones, con la consigna de combatir la recesión económica.
También en 2009, Obama tomó la decisión, políticamente impopular, de extender préstamos (rescate de emergencia) a la industria automotriz, con el fin de salvar más de un millón de puestos de trabajo.
Pero, se sabe, poco ayudó a Obama que durante su mandato la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial impidió que el país crezca y que sólo haya recuperado la mitad de los 8,7 millones de empleos que se perdieron entre 2007 y 2009.
Si bien los datos de septiembre pasado revelaron que la tasa de desempleo bajó el umbral del 8%, todavía la cifra sigue siendo demasiado alta para la mayor economía del mundo: 7,9%.
En 2010, el mandatario firmó la reforma financiera, la más intervencionista en Wall Street en 70 años, lo que le valió el enfrentamiento con la clase empresarial.
La ley recorta considerablemente la capacidad de los bancos de hacer inversiones de riesgo, otorga mayores poderes a las autoridades para actuar en una entidad financiera a fin de prevenir su colapso, impone mayores controles sobre los créditos hipotecarios y reduce el margen que las empresas tenían hasta ahora para imponer tasas en las tarjetas de crédito.
Esta fue la segunda reforma de importancia que realizó después de la de Salud, que supuso todo un vendaval político, ya que los republicanos la boicotearon desde el principio pese a que la medida incopora al sistema a unas 40 millones de personas.
En política exterior, Obama terminó con la guerra de Irak, mantiene un plan de retirada de tropas para Afganistán de 2014 y consiguió firmar con Rusia un nuevo acuerdo para reducir el número de armas nucleares desplegadas por ambos países.
Sin embargo, una de las primeras medidas que tomó al llegar a la presidencia fue la firma del cierre de Guantánamo, la base en Cuba donde Estados Unidos retiene por fuera de todo derecho a extranjeros tras los atentados del 11/S, y que sigue todavía sin concretarse.
Su mayor logro en el intento de cerrar la herida del 11-S, fue la cuestionada operación en Pakistán en la que asesinaron el líder del Al Qaeda, Osama bin Laden, una acción celebrada en las calles de Estados Unidos, pero cuestionada a nivel internacional.
En cuanto a la situación en Medio Oriente, fueron pocos los logros para exhibir: Irán continúa con su programa nuclear pese a las sanciones; Israel, un histórico aliado de Estados Unidos, amenaza con una acción militar contra Teherán sin el apoyo de Washington; y la cuestión palestina sigue con su histórica indefinición.
Entre las cuestiones pendientes que más se le critican, está una incumplida reforma para uno de sus principales nichos electorales: la migratoria, una medida ansiada por los casi 12 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos y que fue pospuesta en varias oportunidades.
En junio pasado, consciente de la importancia que tiene la cuestión migratoria en el cada vez más influyente electorado hispano, clave para su reelección, anunció que se suspende la deportación de indocumentados de hasta 30 años y que llegaron al país cuando eran menores de edad, una medidas que podría beneficiar a unas 800.000 personas.
Luces y sombra de una gestión que nació con la fuerza de un tsunami y que producto de la profunda crisis nacional e internacional lo depositó en los umbrales de esta elección con encuestas que dan un vitual empate técnico. Situación que, a un día de los comicios, no le garantizan la reelección.
Fuente: Télam