La norma surgió luego de que en medio de la celebración del Día de Acción de Gracias, se “indultó” a un pavo para su consumo ante la presencia de las cámaras de televisión que cubrían el repudio a la matanza de animales.
Inclusive, la ley se vuelve a aplicar en un país donde el 70 por ciento de la población está en contra del consumo de carne de caballo.
Durante los seis años de prohición, 140 mil equinos estadounidenses fueron llevados a México y a Canadá para ser sacrificados y comercializados fundamentalmente en el continente europeo y en Asia, donde su carne es muy codiciada.
En la Argentina, desde 1995 hay una ley que regula la faena y en 2010 se exportaron 23.880 toneladas de carne equina, generando más de US$75 millones, según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de Argentina (Senasa).
El fuerte rechazo a la comercialización de carne de caballo tiene como principal argumento el maltrato a los animales, pero la misma postura no recae sobre los terneros, los corderos ni los pollos.
Por el lado de los que respaldan su consumo, se asegura que la carne de caballo es tierna tanto cuando son potros como en su madurez, además de ser magra, sin vetas de grasa.
Al respecto, el antropólogo Marvin Harris consideraba que los alimentos son buenos o malos para aceptarlos, dependiendo de si lo son para comer.
“La comida debe nutrir el estómago colectivo antes de poder alimentar la mente colectiva, no pongo en duda una clase peculiar de animales y a que una clase peculiar de carne sea fruto de una elección mental caprichosa, más que de un conjunto definido de condicionamientos prácticos”, sostuvo el especialista.
Fuente: minutouno.com.ar