Si bien, Chávez no es candidato en estas elecciones, es el centro de todos los debates. La oposición espera que su declinante popularidad termine con el cuasi monopolio que el gobierno tiene en el Parlamento.
Chávez aún conserva un índice de aprobación de alrededor de 40%, pero eso está muy lejos de los niveles de 70% que tuvo en su pico. Incluso en tradicionales baluartes de su Revolución Bolivariana, como el barrio 23 de Enero, hay desilusión. En primer lugar en la lista de quejas están los delitos violentos, que el año pasado se cobraron 16.000 vidas, según la policía. Otros protestan por la creciente corrupción, los servicios públicos ineficientes, la recesión económica que empezó a principios de 2009, la escasez de productos y una inflación de 30%.
La oposición se ha unido para formar la Mesa de Unidad Democrática, en un intento por quebrar la mayoría parlamentaria de dos tercios que Chávez llama “la hegemonía revolucionaria” que necesita para lograr la aprobación de sus reformas.
Enrique Mendoza, el candidato opositor por el estado de Miranda, describe la votación en términos absolutos. “Representa la confrontación entres dos formas diferentes de pensar: una, que asegurará que el país siga siendo una democracia, y otra que nos llevará por el camino del comunismo”.
Todo sugiere que el resultado será parejo. IVAD, generalmente considerada la encuestadora más imparcial, calculó el mes pasado que 54% del electorado votará por el gobierno y 46% por la oposición. Sin embargo, cambios recientes al sistema electoral, que adjudican más bancas a zonas menos pobladas, implican que estas cifras podrían variar. “Es bastante posible para la oposición obtener alrededor de la mitad de los votos, pero incluso así apenas conseguirían un tercio de los escaños disponibles”, estimó Saúl Cabrera, encuestador de Consultores 21.
La oposición dice que los candidatos del PSUV gozan de otros beneficios, como recursos oficiales para la campaña y una autoridad electoral favorable, aunque la mayoría de los analistas descartan la posibilidad de fraude. Pase lo que pase, la oposición obtendrá algunas bancas y el resultado será una legislatura más combativa. La oposición no tiene un líder obvio o una agenda política clara, pero Mendoza aseguró que su nueva unidad es una señal de mayor madurez.