Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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La solidaridad de Budapest-Keleti facilita el flujo de refugiados hacia Austria

"Pregunta por Baba, él es el que reparte los pasajes", afirma Josua, uno de los voluntarios que ofrecen comida a los miles de refugiados que cada día pasan por la estación de trenes Keleti de Budapest y quienes, gracias a la solidaridad de personas de todo el mundo, pueden seguir viaje hacia Austria.
En cuestión de horas, la principal estación de trenes de la capital de Hungría se llena y se vuelve a vaciar.

"Nos dan los pasajes gratis, vamos hasta la frontera y desde ahí tenemos que caminar", cuenta a Télam Mori, un refugiado sirio, antes de subir a un tren con destino Hegyeshalom, la localidad húngara situada a sólo dos kilómetros del límite con Austria.

"Este es el quinto tren que sale en el día", apunta un policía húngaro -de los pocos que hablan inglés y facilitan información-, en pleno operativo especial desplegado en Keleti, en donde se habilitó un "corredor" para que los refugiados puedan avanzar sin problemas.

Baba no está, pero una joven húngara se acerca a un grupos de refugiados con pasajes en la mano y les pregunta cuándo quieren viajar. Hidayat Ulla, afgano, responde que "mañana", y recibe su pasaje.

"Llegue hoy desde un campamento, en donde estuve dos días", cuenta este refugiado de 28 años. Pero "hay gente que está cuatro o cinco días esperando para ser registrada", aclara.

Hidayat y dos amigos afganos con los que viaja quieren llegar hasta Alemania como la gran mayoría de los refugiados que suben por la llamada "ruta de los Balcanes" hasta el corazón de Europa.

"En mi país era director de una orquesta -Classical Pushto Music -", afirma Hidayat con una sonrisa. Sus amigos se ríen y dicen que ellos "pueden trabajar de cualquier cosa".

Los tres, no obstante, tienen el mismo temor: que una vez que estén en Alemania no se les permita tramitar la solicitud de asilo allí por haber sido registrados en Hungría.

En principio, el anuncio de Alemania de suspender el protocolo de Dublín, que obliga a los refugiados a demandar asilo en el primer estado de la Unión Europea (UE) que pisan, sólo afecta a los sirios.

Pero, en plena oleada por la llegada de decenas de miles de refugiados, la incertidumbre es total; y en la frontera entre Serbia y Hungría, el miedo invade a todos por igual.

Por eso, la mayoría de los que quieren continuar su camino hacia Alemania se resisten a ingresar en los centros de registro o "campos de detención", aunque terminan cediendo al encontrarse casi sin otra salida.

"Todos los que salen de los campamentos han sido registrados", coinciden los testimonios de los refugiados y de los voluntarios.

La mayoría de ellos llega a la estación por la noche en los colectivos que parten de los campamentos, aunque a Keleti también siguen arribando muchos hombres, mujeres y niños que lograron "escapar" a estos registros y se dirigieron a Budapest directo desde la frontera sur de Hungría.

Este es el caso de Mori, quien logró escabullirse de la policía húngara entre los maizales de la zona fronteriza, desde donde tomó un taxi clandestino hasta llegar a Budapest.
La hora pico de llegada de refugiados es por la noche.

"Hasta las cinco de la madrugada, cuando sale el primer tren, esto es un hormiguero de gente, puede haber 2.000 ó 3.000 personas, no lo sé exactamente", afirma Mosen Tome, un sirio de 34 años, que vive en Suecia, a donde inmigró hace ya 15 años.

Mosen está en Keleti como voluntario. "Me sumé a un grupo de Facebook que se formó en Suecia de ayuda a los refugiados y vinimos todos juntos unos días", explica.

"Creo que la situación que se está viviendo supera a los gobiernos y la gente común tiene que dar una mano, por eso estoy aquí, no por el hecho de ser sirio", remarca.

Existen varias iniciativas como las del grupo de Mosen, de personas anónimas que juntan dinero para comprar pasajes a los refugiados. Entre ellas, en Facebook hay un grupo de la ciudad de Pergamino, de Argentina.

La organización no gubernamental REMAR, también aporta donaciones provenientes de todas partes del mundo.

En los últimos días, refugiados en su mayoría sirios, afganos e iraquíes, todas personas que escapan de los conflictos de sus países y que son potenciales solicitantes de asilo, se apuran para ingresar por el paso de Röszke, en la frontera sur de Hungría con Serbia, antes de que el gobierno del conservador Viktor Orbán cierre el último hueco de la valla de alambre de púas fronteriza.

A partir del próximo martes 15 de septiembre, quien cruce la frontera de forma ilegal afrontará penas de hasta cinco años de prisión, según advirtieron las autoridades húngaras.
La policía húngara, por su parte, ya intensificó la presión sobre la mafias de taxis que trasladan a los refugiados desde la frontera.

"Nos dijeron que si llevábamos a refugiados que no están registrados podemos afrontar hasta dos años de prisión", señaló Laslo, un taxista de Szeged, la ciudad vecina a Röszke.

Por ahora, a pesar del retraso que provoca el registro de refugiados en territorio húngaro, el flujo de personas continúa incesante desde Röske a Budapest y desde aquí hacia la frontera con Austria, donde tan sólo en la ciudad de Nickelsdorf, del lado austríaco, ayer se registraron más de 6.6000 personas, según las autoridades.

Sin embargo, a pocas horas de que se reúnan los ministros de Interior de la UE para decidir el reparto de 160.000 refugiados, Alemania anunció hoy el restablecimiento "temporal" de los controles en la frontera con Austria al verse desbordada por la llegada masiva de potenciales solicitantes de asilo.

El tráfico ferroviario entre ambos países también se paralizó.

El viernes pasado fue Austria la que suspendió los trenes con Hungría ante la oleada de refugiados que llegaban a Viena.

Según explicó el ministro de Interior alemán, Thomas de Maizière, el objetivo de la medida es "volver a un proceso ordenado".

Las autoridades vienen advirtiendo desde hace días que la ciudad de Múnich, capital del estado de Babiera, primer destino de los refugiados que llegan al sur de Alemania, se encuentra al "límite de su capacidad".

Ese estado alemán ya recibió a más de 60.000 refugiados. Lo que no saben sus autoridades, porque quizá no se asomaron a la frontera de Hungría con Serbia, es que detrás vienen muchos más.

Fuente: Télam

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