Los jóvenes, Edward Nasau, de 14 años; Samuel Pérez, de 15, y Filo Filo, también de 15, habían sido dados por muertos en sus propias familias de la comunidad de Atafu, en Tukelau. Incluso, hasta celebraron un servicio funerario por sus almas. "Es un auténtico milagro que los hayamos visto. Iban a la deriva en un área donde los buques por lo general no navegan", indicó Tai Fredricsen, el primer oficial del atunero San Nikunau, que los rescató.
Los adolescentes habían partido el 5 de octubre del atolón de Atafu y se encontraban a 1.300 kilómetros de distancia. Al percatarse de la presencia del buque, se levantaron y agitaron los brazos en el aire de manera frenética para llamar la atención, indicó Fredricsen. Tenían quemaduras serias por el sol, pero sólo tuvieron que recibir primeros auxilios, sobre todo cremas para la piel.
Contaron que se alimentaron de pescado y de un ave. "Me preguntaron si hicieron bien en comerla y les contesté que había sido una buena idea, mejor que la de comer peces crudos porque esto les habría causado sed", relató Fredicsen. También dijeron que bebieron agua de lluvia que pudieron recoger pero, según el primer oficial, en los últimos tres días -por la falta de precipitaciones- la situación se había tornado desesperante, por lo que comenzaron a beber agua del mar, que milagrosamente no les hizo mal. (Reuters-AFP)