El título alude a la primera carta magna que tuvo España, y de cuya redacción, en 1812, participaron representantes sudamericanos.
La Cumbre contará con la participación de la mayoría de los jefes de gobierno y de estado de los 22 países que integran la comunidad iberoamericana, a excepción de Venezuela, Cuba, la Argentina -por recomendación médica no asistirá la presidenta Cristina Fernández de Kirchner- y Paraguay, este último país excluido a raíz de la destitución, en junio pasado, del presidente Fernando Lugo.
La cita estará marcada por la crisis que golpea con especial fuerza a los países europeos, con España y Portugal entre los más castigados, amenaza a la economía mundial en su conjunto y, por lo tanto, preocupa también a los países de Latinoamérica.
Es por ello que el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, animó recientemente a los líderes de los países que participan de la Cumbre a buscar "posiciones conjuntas para que Iberoamérica tengan una palabra concertada" ante la crisis "cuando se trata de los grandes cambios que se discuten hoy en el mundo".
El ex canciller uruguayo y ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recordó que el foro puede servir para que los cuatro países que forman parte del G-20 -la Argentina, Brasil, México y España- puedan también "coordinar posiciones en relación con los organismos internacionales".
La intención de la cita es "renovar" la relación entre los países que participan de este espacio de cooperación internacional, basado en vínculos culturales, históricos y económicos, ante los evidentes cambios que tuvieron lugar en las últimas dos décadas a ambos lados del Atlántico.
Hace 22 años, cuando se creó esta cumbre, Latinoamérica atravesaba una grave crisis de endeudamiento mientras España y Portugal vivían un "boom" económico gracias a un modelo de crecimiento basado en el crédito barato para el consumo y la compra de vivienda, que tenía como pilar la especulación financiera.
Las políticas de desregulación y ajuste impulsadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que hoy son dogma en la Unión Europea (UE), llevaron a los países de la región latinoamericana a una crisis sin precedentes que aumentó la desigualdad y la violencia, y que en el caso de la Argentina desembocó en el default.
En la última década, Latinoamérica fue recuperándose sobre la base de políticas que, si bien son diferentes en los distintos países, tienen en muchos casos al Estado como un actor destacado en la asignación de recursos.
"La experiencia de los países latinoamericanos es muy importante y España está dispuesta a escuchar", afirmaron a Télam fuentes del Ejecutivo de Rajoy, cuyas políticas van en sentido contrario.
En la actualidad, el peso económico de los países de Latinoamérica, especialmente de los llamados "emergentes", está traduciéndose en un liderazgo político cada vez más fuerte en los foros internacionales a través de organizaciones como la Unasur o el Mercosur, o incluso en forma individual.
En ese sentido, para América latina la Cumbre Iberoamericana no deja de ser una puerta de entrada a la Unión Europea (UE), un foro donde puede plantear proyectos y reclamos que buscan apoyo internacional.
Así, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, llevará a la Cumbre su apuesta de negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que justamente coincidirá con el inicio de las conversaciones de paz en La Habana, previsto para el jueves.
Por su parte, Bolivia defenderá la despenalización de la costumbre ancestral de masticado de la hoja de coca.
Probablemente la Cumbre emita una declaración de respaldo al reclamo de soberanía argentina sobre las islas Malvinas, como es usual en las reuniones de foros multilaterales de los que forma parte la Argentina.
Asimismo, Guatemala llevará a la Cumbre su estrategia contra el narcotráfico, que incluye la despenalización, y Uruguay pedirá la creación de un "fondo de apoyo a los afrodescendientes", entre otros temas.
Del lado de España y Portugal -también Andorra forma parte de la comunidad iberoamericana- este espacio es una oportunidad única de mantener su estatus de socios privilegiados con la región en su actual momento de extrema debilidad económica.
Por otro lado, durante la Cumbre se debatirá la conveniencia de que estos encuentros, que se celebran desde 1991 con una periodicidad anual, se conviertan en bianuales, una opción compartida por la mayoría de los participantes.
Fuente: Télam
