Arrancar una cabeza como método de intimidación de los dueños del negocio de la droga es una costumbre que ya no asombra a nadie en México y que, según cifras oficiales, va en aumento.
De acuerdo con informes de la Procuraduría General citados por la prensa local, en los últimos tres años unas 200 personas fueron decapitadas en México.
La mayoría de los expedientes judiciales que investigan las decapitaciones señalan como autores de estos asesinatos a ex miembros de distintas fuerzas de seguridad y a delincuentes comunes aliados a sectores corruptos de la policía, pero no existe una sola persona que haya sido sentenciada por decapitar a alguien.
Según relataron especialistas al portal mexicano Milenio.com, este tipo de asesinatos no es de uso exclusivo de un cártel de la droga en particular. Se especula que entre las víctimas hay miembros de los cárteles del Golfo, de Sinaloa, de Juárez y de Tijuana.
Los cortadores de cabezas, según las estadísticas, no eligen a sus víctimas por el oficio o la actividad que desempeñan, y utilizan como herramientas sierras eléctricas, sables, "cutter", cuchillos de cocina, alambres y hachas.
Los analistas consultados por la prensa mexicana coinciden en que el miedo es el mensaje. Las decapitaciones son utilizadas como método de terror.
Las cabezas humanas son colocadas en la entrada principal de un pueblo de Michoacán, en la Secretaría de Finanzas de Guerrero, enfrente de un diario en Tabasco, en una cruz al costa de un camino en Tierra Caliente, en la pista de baile de un cabaret, en la puerta de un cuartel militar de Veracruz, o bien tiradas a la basura.
Pero la ceremonia no concluye hasta que los autores de la obra no avisan a los periodistas de las secciones policiales sobre la ubicación exacta de las cabezas para que lleguen antes que las autoridades y difundan el miedo.
{adr}Y no sólo los diarios son el instrumento para transmitir las imágenes del terror. El sitio web Youtube, que permite subir videos libremente, también forma parte del repertorio usado por el "narcoterrorismo", como lo llaman algunos estudiosos del tema.
Sólo el mes pasado sumaron 28 las muertes con decapitaciones y once de ellas ocurrieron en un mismo día en Mérida.
La geografía de las decapitaciones abarca todo México. Las estadísticas registran estas muertes en Michoacán, Chihuahua, Durango, Veracruz, Baja California, Tamaulipas y Sinaloa, Estado de México, Coahuila, Sonora, Tabasco, Nuevo León, Yucatán y Oaxaca.
Pero, según el ministro de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna, "hay cuatro estados donde se concentra más del 60 por ciento de los homicidios relacionados con la droga de todo el país": Chihuahua (sede del cártel de Juárez), Sinaloa (base del cártel del mismo nombre) y Baja California (cártel de Tijuana), en el norte, y Michoacán, donde opera el grupo de sicarios conocido como "La Familia", en el sur.
García Luna también señaló que el secuestro es otro de los problemas que preocupan a la población, como lo demuestra la gigantesca marcha celebrada el sábado pasado en la capital mexicana, donde cientos de miles de personas colmaron la plaza del Zócalo, en el centro de la ciudad de México.
Fuera de México, salvo Iraq, no hay ningún otro país del mundo donde se registre una ola de violencia de este tipo, en la que la decapitación de personas sea ya algo habitual.
Según expertos en criminalística, las cabezas cortadas por el hampa son una "expresión extrema de violencia" que busca generar terror entre la población, atemorizar a grupos enemigos y establecer zonas de control, y constituyen una "semiótica" del delito, "señales de que (quienes las cometen) son más poderosos que sus rivales" y las autoridades encargadas de impartir justicia.
Fuente www.26noticias.com.ar
