Ivy vivía en un asilo de ancianos en Bradford, en el norte de Inglaterra, y cuando su salud empezó a empeorar, el personal del geriátrico se puso a dar regularmente noticias suyas a los internautas inquietos, antes de confirmar su muerte en Twitter: “Ivy nos ha dejado apaciblemente a las 12:08”. La mujer descubrió Twitter en 2008, cuando el asilo compró notebooks para los pensionistas.