El accionar de este grupo medieval se asemeja al horror de los nazis. Pero los recuerdos de la invasión estadounidense a Irak en abril de 2003, para encontrar las armas de destrucción masiva del ajusticiado Saddam Hussein -que jamás fueron encontradas-, aún pesan sobre la opinión pública de los países occidentales.
Aun así, la Casa Blanca formó una coalición de más de cincuenta países árabes y europeos para combatir a los yihadistas que buscan instalar un califato entre Siria e Irak con el objetivo de aplicar una versión primitiva de la sharia, la ley islámica.
El Reino Unido, el principal aliado de Washington, discutió el tema en la Cámara de los Comunes, que aprobó por mayoría una moción presentada por el premier David Cameron, que sin embargo no respalda ataques aéreos en Siria.
Dentro de Estados Unidos hay quienes, como el diario The New York Times, cuestionan la estrategia de Obama para enviar misiones a Irak, donde los norteamericanos se retiraron en diciembre de 2011, y a Siria, donde gobierna Bachar Al Assad, no bien visto por Washington.
"Obama dice que tiene justificación para tomar acciones militares contra el EI y Jorasan, otro grupo militar (ligado a Al Qaeda). Pero sus afirmaciones no han sido examinadas por los representantes del Congreso", dijo el rotativo en un artículo editorial.
Y luego el Times se preguntó: "¿Cómo hacen los estadounidenses para saber si ellos tienen toda la información necesaria para hacer un juicio sobre la sabiduría de sus acciones?".
Para el analista Roger Cohen, "los intentos de Obama por calibrar cada acción, como si un perfecto resultado fuera alcanzable, resultaron en una inacción".
"Vladimir Putin vio esto (en la crisis de Siria). EI vio esto. Ahora Obama ha despertado a la necesidad del liderazgo y la firmeza de Estados Unidos", dijo el analista en un artículo de The New York Times. Y afirmó: "Es un despertar tardío de Obama, pero importante".
Mientras esta semana, en la ONU, se realizaba la Asamblea General de la organización, en Argelia asesinaban al guía de montaña francés Hervé Gourdel, de 55 años, a manos del grupo "Soldados del Califato" -otro desprendimiento de Al Qaeda que apoya al EI.
Su nombre se suma a la macabra lista que encabezan los periodistas estadounidenses James Foley y Steven Solotff, y el trabajador humanitario británico David Haines, entre otros, que fueron decapitados por los yihadistas.
A pesar de que Obama prometió que no enviará fuerzas terrestres a combatir al EI, todo indica que ha habido un cambio en la política exterior de la Casa Blanca luego de replegarse de las guerras iniciadas por el ex presidente republicano George W. Bush en Irak y Afganistán.
Incluso el mandatario advirtió en la Asamblea de la ONU que Rusia "tendrá que pagar un precio por su agresión" en (la pennínsula de) Crimea, territorio ucraniano que fue anexado finalmente por Moscú, a mediados de marzo, tras el levantamiento de fuerzas pro-rusas.
Para Sergio Caplan, investigador del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI), Estados Unidos "financió diversos grupos islámicos dentro de Siria para desestabilizar la situación interna de ese país y después tener la excusa para intervenir. Pero luego las milicias del Estado Islámico se le rebelaron a Washington".
"En teoría el EI no sería una amenaza para Estados Unidos. Lo que pasa es que la Casa Blanca se arroga el rol de garante de los derechos universales. En caso de una intervención, el tema debería resolverlo el Consejo de Seguridad de la ONU", dijo Caplan a Télam.
Más allá de los bombardeos de Estados unidos y sus aliados, los yihadistas continúan avanzando en el norte de Irak y en Siria, donde aplican sus leyes primitivas a una población de unas ocho millones de personas.
Por ejemplo, la oficina de Educación del nuevo califato ha difundido una circular que prohíbe las asignaturas de arte, música, historia, geografía y literatura, para poner "fin a la ignorancia, promover las ciencias de la religión y rechazar los programas de educación corruptos", informó el diario español El País.
Trece años después de los atentados del 11 de septiembre, Obama se ha transformado en un político severo y temperamental, que cambió el discurso de la paz por el de la guerra.
¿Un Premio Nobel de la Paz que hace la guerra?
Seguramente la respuesta la tienen los propios estadounidenses, cuya mayoría respalda el cambio de actitud del presidente en política exterior, aunque manifiesta dudas sobre la duración que tendrá esta nueva intervención en Medio Oriente.
Fuente: Télam
