Todo lo que se escuchaba, según medios presentes en el lugar, eran los pasos marcados de la guardia de honor. Un cura subió en silencio a bordo del avión e hizo lo previsto: bendijo los féretros de aluminio cubiertos con la bandera de EEUU.
Desde hace unos 50 años la base de la Fuerza Aérea de Dover es una especie de estación intermedia para los "héroes caídos por Estados Unidos", ya sean víctimas de la guerra, del terrorismo o también de accidentes en actos de servicio para la nación. ( Télam-SNI)