En junio de 2014, cuando muchos la señalaban como favorita para hacerse con la Secretaria General del PSOE, Díaz anunció que no optaría por el puesto y que se centraría en Andalucía para no defraudar al millón de andaluces que habían votado a su partido.
"Arregla primero lo de aquí (por Andalucía) y después el resto", explicó que le decían muchos ciudadanos que la pararon en la calle para pedirle que no se fuera a Madrid.
Pero Díaz aún no se ha medido con las urnas. La baronesa del PSOE llegó a la presidencia regional en septiembre de 2013 tras la dimisión de José Antonio Griñán, del que era mano derecha y quien se había visto salpicado por el escándalo de corrupción de los ERE, un fraude masivo de ayudas de desempleo.
Para muchos, Susana Díaz era entonces una desconocida, aunque de ella ya se destacaba su perfil de líder joven y dura, considerada una "killer" capaz de acabar con todos los adversarios que se interpusieran en su camino y uno de los mejores "cuadros" para el relevo generación que clamaba el PSOE.
En un año y medio al frente de la Junta, la dirigente logró con cierto éxito desmarcarse de la lacra de la corrupción y se erigió en referente de la lucha contra la exclusión social con medidas de apoyo a los más desfavorecidos y a los deudores hipotecarios.
Bajo el argumento de que sus ex socios se habían "radicalizado" para converger con Podemos, Díaz dio un golpe sobre la mesa para mostrar autoridad y anunció en enero el divorcio y un adelanto electoral. IU y el resto de sus adversarios tienen claro que se trató de un puro cálculo electoralista.
Desde que Podemos irrumpió en las elecciones europeas de mayo de 2014 con 5 eurodiputados, la fuerza anti neoliberal del politólogo Pablo Iglesias no paró de crecer en los sondeos, desplazando a los socialistas al tercer lugar en el panorama estatal. Era necesario poner un freno, y Díaz estaba llamada a hacerlo.
Con el anticipo de los comicios, Díaz buscó dejar mal parado a Podemos, al que apenas ha dado tiempo para desplegar su estructura en Andalucía. Y, aunque ella lo niega, la maniobra también estaría orientada a servirle de trampolín para convertirse en candidata a La Moncloa, puesto por el que competiría con el secretario General del PSOE, Pedro Sánchez.
"Ha demostrado con autoridad y dotes de mando que es una líder auténtica" destacan los dirigentes socialistas que ven a Díaz como la única con capacidad de resucitar al hundido PSOE.
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) les da la razón: al menos en Andalucía, Díaz sería la candidata más votada, con el 34,7% de los apoyos, aunque conseguiría 44 escaños y se quedaría a 11 de la mayoría absoluta, con lo que tendría que pactar con otro partido para gobernar.
Amante de la Semana Santa -fue catequista en una parroquia de Triana, su pueblo natal y uno de los más populares- y seguidora del Betis, Díaz se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla, pero siempre trabajó en política. Concejal de 1999 hasta 2004, luego diputada en las Cortes Generales y desde 2008 en el parlamento andaluz.
En 2012, Griñán la nombró consejera de la Presidencia y de Igualdad, cargo desde el que acumuló poder y manejó el día a día del gobierno regional, especialmente la relación con IU.
Por eso es consciente de que la crisis, recesión y ajustes, así como los escándalos de corrupción, han manchado la imagen de su partido -en el poder en Andalucía- de forma ininterrumpida desde 1982. De ahí que la candidata socialista decidió liderar una campaña centrada en su marca personal. El hastag oficial #YoConSusana, resulta elocuente.
Susana, como la llaman a secas, prioriza el contacto directo con los vecinos en busca de complicidad y empatía: "soy hija de un fontanero" suele repetir en sus mítines cuando explica sus orígenes. También saca provecho de su condición de embarazada con frases como "quiero dejar a mi hijo una Andalucía mejor".
Con plena confianza en su imagen, rechazó ofertas para que dirigentes nacionales del PSOE la ayudaran en la movilización del electorado.
En su primera intervención en la campaña andaluza, Sánchez le ofreció a Díaz "forjar una alianza" para gobernar juntos, en Andalucía y La Moncloa. Ella esbozó una sonrisa. En unos meses habrá respuesta.
Fuente: Télam
