-¿Qué lectura hace de la actual coyuntura de América Latina?
-Los países que estamos afuera de la cuenca del Caribe hemos logrado mantener una tasa promedio de crecimiento más alta que los que están en el Caribe. La segunda división importante es que los países de Sudamérica tenemos más relación entre nosotros que los países del Caribe, que tienen más relación con los Estados Unidos. Son dos divisiones de dinámica de crecimiento muy marcadas.
-En América del Sur hubo en los últimos años abroquelamientos como Unasur, Celac y, antes, el Mercosur, impulsados por gobiernos que parecen tener una mirada geopolítica coincidente, ¿lo ve así?
-Yo veo en América del Sur dos miradas, que no sé si son reconciliables, la de la Alianza del Pacífico y la del Mercosur. Una tiene que ver con el peso de Washington en la región y la otra tiene que ver con el peso de Brasilia, y es cuestión de quién le apuesta a qué. A pesar de Unasur, no veo convergencia.
-¿Ese esquema se desequilibraría con una salida al Pacífico de Bolivia, que tiene mucha más cercanía con el Mercosur?
-Bueno, no sé qué desequilibraría más, si una pasada de Paraguay a la Alianza del Pacífico o la salida al mar de Bolivia, que debilitaría esa Alianza. Creo que el sentido político del golpe paraguayo es sacar al país del Mercosur.
-¿En esa hipótesis, qué elementos habría tenido en cuenta el poder económico del Paraguay para alentar el golpe?
-No fue el poder económico paraguayo; el que impulsa el golpe es el complejo bancario y el capital internacional. El golpe paraguayo debe tener que ver con minería.
-¿Minería?
-Sí, oro, minerales estratégicos lo suficientemente relevantes como para producir un golpe y, sobre todo, para que esos minerales no caigan en las manos del contrario. Desde la lógica de guerra fría que llevan los del complejo bancario, el gran capital internacional... ellos están en la guerra contra el salario y en la guerra de control del espacio, con todo. El proceso de integración centroamericano al ALBA lo rompieron con el golpe en Honduras, que fue un golpe contra Venezuela, y el golpe en Paraguay es un golpe contra Brasil.
-¿No contra la Argentina, que también tiene peso en el bloque?
-No. La Argentina tiene otro papel, que es ser el modelo alternativo de desarrollo. A la Argentina no se la golpea vía paraguay sino a través del papel de la prensa, haciendo ver que el modelo argentino es distinto y levantando lo que no funciona. Si todo el mundo entiende que puede recomprar su deuda, redistribuir el ingreso, tener crecimiento, y que con eso las condiciones de vida de la población mejoran, Argentina está cuestionando la lógica imperante de concentración del ingreso global, liderada por el complejo bancario. En todas partes bajan los salarios, concentran el ingreso y pasa a la banca. Así está Grecia, España, Portugal, Irlanda... Francia, mañana.
-Es decir que, desde esa perspectiva, Argentina es un mal ejemplo...
-Pésimo. Y entonces el pésimo ejemplo se neutraliza dándole con la prensa. Modys dice que la Argentina es un peligro. El Fondo Monetario Internacional dice que la Argentina es un peligro. ¿Pero por qué es un peligro? Es un peligro porque es un modelo distinto.
-Las elecciones de Venezuela eran cruciales para la región porque si ganaba Hugo Chávez se fortalecían los gobierno y si ganaba Herique Capriles crecían las oposiciones, ¿coincide con esta evaluación?
-Si, claro. Porque para el complejo bancario el problema de la Argentina es más serio que el venezolano. Venezuela es un país que vive de petróleo, que no tiene modelo económico estricto sino que nacionalizó unas cuantas empresas. Argentina, en cambio, tiene un modelo distributivo del salario, una mejora de la calidad de vida de la población por mejoras en la actividad productiva. Por eso es más peligrosa la Argentina que Venezuela.
-¿Qué significa Brasil en este esquema?
-Los brasileños están ayudando a la concentración del ingreso. Tienen la tasa de interés más alta del hemisferio y no han hecho una gran redistribución del ingreso. A diferencia de la Argentina, los brasileños y los chilenos han mantenido el peso del salario en el PBI más o menos en el 40 por ciento durante décadas. Sí hicieron una mayor distribución del gasto público, y por esa vía indirecta llega a más población y a la vez le dieron dinamismo interno a la economía brasileña. Pero no es una distribución creciente del ingreso, como acá, sino que es una distribución mayor del gasto fiscal.
-¿Es imaginable que Brasil pueda seguir el ejemplo de la Argentina?
-Estaríamos en otro planeta, pero sí puede hacerlo China, donde están haciendo una política distributiva y dinamizando el mercado interno. China está mejorando aceleradamente los salarios y con eso están moviendo su mercado interno. Y como tienen mucho oxígeno en la balanza de pagos no tienen problemas de restricción. Lo que sí están teniendo los chinos como efecto de este crecimiento acelerado es un problema de inflación, cosa que es esperable cuando se tiene una tasa de crecimiento acelerada durante mucho tiempo.
Fuente: Télam
