Allí emprendió la travesía aérea junto a Javier Mascherano, su compañero de equipo, Ever Banega y Juanjo Brau, el preparador físico del elenco catalán que lo acompaña siempre a todas partes del mundo donde se presente.
Cuando los pasajeros lo reconocieron, se hizo verdaderamente imposible poder permanecer en su lugar con tranquilidad, por lo que debió "esconderse" en la cabina del piloto de la nave aunque las leyes prohíben que cualquier persona no correspondiente a la tripulación se ubique en esa zona cuando se esté a menos de 10.000 metros de altura.
Una vez que arribó en Maiquetia rápidamente empalmó un nuevo avión que se dirigió hacia la capital de España, Madrid. Solamente las azafatas tuvieron la oportunidad de tener bien cerca al crack rosarino y hasta fueron las únicas afortunadas de poder fotografiarse con él.
Increíble pero real, el asedio del público hizo experimentar al jugador una nueva anécdota extrafutbolística, que esta vez no disfrutó como hubiera querido debido al cansancio de los viajes y la frustración por una derrota que generó innumerables críticas hacia el seleccionado nacional.
Fuente: playfutbol.infobae.com