Transmitir serenidad. Enemigo de las declaraciones rimbombantes, Julio César primero comandó la transición de un vestuario dividido por Palermo y Riquelme, luego aprendió a convivir con el “10” y hasta armó un grupo armonioso alrededor del último gran ídolo del club. Así, lejos del protagonismo, impuso disciplina pero respetó los “códigos” del plantel y delegó el poder en el compromiso colectivo, para que Boca encontrara la serenidad que le faltaba. Ayer, en La Bombonera, recibió por fin el reconocimiento de los hinchas. “Que de la mano, de Julio César, todos la vuelta vamos a dar”, cantaron.
Cambiar sin cambiar. Falcioni entendió rápidamente que Riquelme era un intocable y descartó su idea original de jugar con el 4-4-2 que tanto resultado le había dado en Banfield. Cuando al enganche lo marginaron las lesiones, el entrenador apostó fuerte por Chávez y hasta tuvo en cuenta a Gracián, dos jugadores de similares características a Román. Todo para no alterar el esquema de un partido a otro. Los resultados y el rendimiento individual de cada uno le dieron la razón.
Objetivos claros. Aun cuando se trate de un límite difícil de definir, Boca arriesgó de acuerdo a sus necesidades y valoró resultados que su historia no hubiera permitido en otros momentos. "Siempre miré el tema del Promedio. Yo miro todo, será porque además me interesa mucho el tema de las estadísticas”, confesó días atrás, con el éxito consumado. Lo demostró varias veces, al defender su trabajo estadística en mano: en plena euforia recordó ser el único arquero del fútbol argentino en salir campeón como DT y destacó que su equipo quedará en la historia por terminar invicto y con la valla menos vencida en torneos cortos. Para conseguirlo impidió que sus jugadores se relajaran en las últimas dos fechas.
Convicción a la hora de pedir. Falcioni es un técnico que pelea por lo que quiere y lo demuestra cuando se sienta con los dirigentes a negociar los refuerzos, generalmente con éxito. Con Santiago Silva como una de las excepciones, “El Emperador” pidió especialmente a Orion y a Schiavi, en definitiva los pilares de la elogiada solidez defensiva del equipo. Su primer soldado había sido Erviti. Tras un pobre Clausura, el DT lo bancó, el mediocampista se reinventó y la historia tuvo final feliz. ¿Qué pedirá JCF para Navidad, con la Libertadores 2012 como horizonte?
Fuente: playfutbol.infobae.com