Tras semanas de tensión entre la coalición que lidera Netanyahu, el gobierno alcanzó un punto de inflexión ayer cuando el primer ministro cesó a su ministra de Justicia, Tzipi Livni, y al de Finanzas, Yair Lapid, ambos del ala más moderada y que buscaban la paz con los palestinos.
El premier llegó incluso a acusar a Lapid de intentar dar un "golpe" contra el actual gobierno y a Livni de "complotar" contra él.
Dijo que ambos ministros "intentaron sabotear" su Gobierno, no apoyaron algunas de sus principales líneas políticas, como la continua y sistemática expansión de los asentamientos en Jerusalén, y decidió dar el primer paso para convocar a elecciones anticipadas.
A menos de dos años de la formación del último Gobierno, el Parlamento dio hoy los primeros pasos para iniciar el proceso de disolución y convocar a nuevas elecciones.
La enorme fragmentación de la Cámara, adonde intentan convivir 13 partidos políticos -el más numerosos con apenas 19 bancas- llevó a una crisis de gobernabilidad por la disparidad de posturas y la dificultad para alcanzar acuerdos, sobre todo después de la última ofensiva militar en Gaza en julio pasado.
Si bien Israel elevó al 4% la barrera para acceder a una banca, se espera que el nuevo Parlamento vuelva a tener numerosas formaciones debido a que muchos partidos pequeños planean presentarse en alianza con otros para superar dicha barrera.
Según encuestas difundidas ayer en el canal 10 de Israel, el partido presidido por Netanyahu, el centroderechista Likud, obtendría 22 escaños, seguido por el partido nacionalista religioso Hogar Judío, cuyo líder principal es el ministro de economía, Naftalí Bennet, con 17 escaños.
El partido de Bennet, que representa al movimiento de los colonos, fue una de las patas de la coalición gobernante, junto con la fuerza de extrema derecha del canciller, Avigdor Lieberman, Israel Beitenu.
Según el sondeo, los tres encabezarían la coalición de derechas más nacionalista en la historia política israelí, que también incluiría a los dos partidos ultraortodoxos.
Un partido nuevo, formado por un ex ministro de Comunicaciones y ex diputado del gobernante Likud, Moshé Kahlon, podría ser la revelación de las elecciones, y formar parte también del próximo gobierno.
En tanto, el movimiento islamista Hamas consideró que la caída del gobierno israelí es otra prueba de su "victoria" en la pasada ofensiva de Gaza.
"El desplome del gobierno israelí es una prueba más de la victoria de la Resistencia y de la derrota de Netanyahu en Gaza", dijo el vocero islamista Sami Abu Zuhri a través de su cuenta de Facebook.
La ofensiva, que enfrentó a las milicias palestinas con el Ejército israelí, se cobró las vidas de unos 2.200 palestinos y 70 israelíes y causó severos daños en toda la Franja donde el número de desplazados llegó a 475.000 y de refugiados a 283.000, según cifras de la ONU.
Por su parte, el ministro de Exteriores palestino, Riad El Malki, cree que el adelanto de las elecciones en Israel puede ayudar precisamente al reconocimiento de Palestina en la comunidad internacional si de ellas, como se espera, sale un gobierno "más derechista" y "racista", informó la agencia de noticias EFE.
El titular de Exteriores consideró que las "implicaciones" de un nuevo gobierno más derechista en Israel "son claras" y una de ellas es que será sin duda "más racista" y que apoyará a través de una serie de leyes un "régimen de apartheid".
Fuente: Télam