(DIARIOC, 08/02/2010) La pirca cortaba el viento, y protegía de la lluvia, el sol y el frío. Paredes curvas con pisos hondos configuraban las formas circulares que, por lo general, confluían en torno a un espacio central. El espíritu de esas primeras viviendas de los Valles Calchaquíes -cuyos restos físicos permanecen en la lejanía- no desapareció con sus ocupantes: la distribución de los espacios y los materiales autóctonos influyeron después en la organización de los puestos y la edificación de los cascos de las estancias de Tafí.
A partir de 1943, cuando el trazado de la ruta 307 amplía el acceso a los hasta entonces recónditos parajes de la montaña tucumana, el legado calchaquí impregna la tendencia modernista y racional ligada al pujante Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán.
Las casas de los maestros Hilario Zalba, Cino Calcaprina y Eduardo Sacriste, y de sus colegas y discípulos germinan en el privilegiado loteo de La Quebradita. "Tafí se transforma en un lugar de veraneo... el fraccionamiento de terrenos aumenta en la década de 1960, cuando comienza un boom inmobiliario que aún no se ha detenido", enuncia Ricardo Viola, arquitecto y estudioso del patrimonio histórico provincial.
El auge de la construcción en los terrenos de Tafí ha engendrado un paisaje de multitudes extraño al panorama bucólico que describió un cronista de LA GACETA en un texto publicado el 31 de enero de 1983: "el valle, colorido abanico con pajonales, tolas, tierra arada, labriegos, burros acarguillados, manzanares, ponchos al viento, risa de muchachas amazonas, ’pashuquear’ de caballadas, casas solariegas; cerros detenidos en seco en su atropellada al llano".
Intransigencia creativa
Más allá del auge turístico, el contexto natural y cultural está en el núcleo de la tradición arquitectónica de Tafí. En ese postulado coinciden los profesionales Enzo Cavallo, Lucía Kirschbaum y Osvaldo Merlini. "Para construir aquí primero hay que dejar el ego y, luego, explorar las obras más antiguas: ellas tienen todo lo que un arquitecto debe saber", asegura Merlini, que llegó al valle en la década de 1980 para trabajar junto a Zalba.
Cavallo, socio de Sacriste, subraya el modelo "de casa sustentable y ecológica en serio", contenido en el rancho de adobe y paja. Kirschbaum, afincada en La Quebradita desde 1996, destaca las improntas de los techos bajos, las materias primas locales, las proporciones de las viviendas de los lugareños y el esquema típico de los cascos de las estancias.
El respeto por el entorno encuentra una expresión consumada en la casa de Otto Paz (El Churqui, 1979), paradigma de adaptación de una vivienda a su medio de referencia. "La obra -del prestigioso Zalba- asimila las formas, los materiales (paja, cuero, madera y piedra) y las técnicas tradicionales del sitio al que pertenece", reseña Viola en el plano de Tafí del Valle que diseñó en 1999. La galería cerrada en tres lados con una boca abierta al sol caracteriza la interpretación de la idiosincrasia tafinista elaborada por el célebre Sacriste.
Cavallo explica que la definición de este espacio es una constante en sus proyectos de la zona, como sugieren la emblemática casa Torres Posse (de finales de 1950 e íntegramente edificada en piedra), y las viviendas de las familias Arizmendi y Saade.
Merlini apunta que la estricta funcionalidad de estas obras responden, en parte, a la intransigencia profesional de Sacriste. "Sus comitentes no tenían demasiada alternativa. Para nosotros no es tarea sencilla asesorar a los clientes sobre cuál es el proyecto apropiado para Tafí", admite.
La edificación adecuada procura el equilibrio entre la obra humana y la naturaleza, concepto intuitivo incorporado con pureza en los cascos de las fincas Las Tacanas, Las Carreras, Los Cuartos y El Churqui, materializados a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.
"Cuando la belleza de Tafí empalidece por desacertadas incorporaciones es cuando aparece con toda su riqueza y cautivante historia el patrimonio edilicio de aquellas estancias que buscaron con cautela mimetizarse con ese valle de esplendor", escribe Viola.
El arquitecto enfatiza la austeridad, la racionalidad y el sentido práctico de sus espacios simples. Un apego a lo propio -por encima de las propuestas foráneas- que ahonda en el legado de los refugios de piedra de las comunidades originarias. Y que, al igual que esas pircas, asume la responsabilidad de la obra llamada a sobrevivir a sus dueños perdurando en el paisaje.
Fuente: La Gaceta
Catamarca
Martes 23 de Abril de 2024
Martes 23 de Abril de 2024
