Uno de los métodos es la dermabrasión, que consiste en rociar el área con una solución congelante y luego, con un instrumento abrasivo rotatorio, se procede a descamar la piel.
Otro de los métodos es la escisión: cuando el tatuaje es muy pequeño se lo puede remover íntegramente; cuando es más grande, se lo saca por partes, empezando por el centro y luego de los costados.
La salabración es uno de los métodos más antiguos: también se usa anestesia local y se utiliza un aparato similar al de la dermabrasión, pero en este caso consiste en frotar, junto con agua y sal común, el tatuaje; cuando el área tratada se vuelve roja, se tapa con una venda.
El método láser es el más doloroso -al menos tanto como cuando se realiza el tatuaje- y mucho más si es un dibujo realizado sobre zonas cercanas a los huesos; pero,¡atención arrepentidos!: es el único método que lo remueve completamente y en minutos. (Télam)