Mientras el astronauta norteamericano Neil Amstrong ponía por vez primera su pie en el satélite, desde Lomas de Zamora, Enrique Febbraro, un dentista que lo veía en directo por tevé, captaba en esa hazaña algo más que un grandioso jalón de la conquista del espacio: la posibilidad de relacionarnos con otros mundos y de entablar nuevas amistades.
Para Febbraro, Amstrong era la metáfora más acabada de la humanidad trascendiendo sus propios límites, diseminando en el universo el más importante, formidable y contenedor de los mensajes: "somos amigos".(Télam)