No son pocas las acusaciones contra los integrantes de la Corte, que podrían sintetizarse en la de "mal desempeño" de funciones de los jueces Julio Nazareno, Guillermo López, Antonio Boggiano, Eduardo Moliné O"Connor y Adolfo Vázquez, los cinco integrantes de la llamada "mayoría automática" menemista y los cuatro restantes: Enrique Petracchi, Gustavo Bossert, Carlos Fayt y Augusto César Belluscio.
En los nueves dictámenes acusatorios de la Comisión parlamentaria, figuran imputaciones graves conocidas como las de las sentencias del corralito financiero, el desvío de armas, la habilitación de la candidatura a gobernador de Corrientes de Raúl Romero Feris, el rebalanceo telefónico, el caso Moneta, la investigación al ataque a la Embajada de Israel, entre otras.
Todo parece indicar que la acusación, para que prospere, no lograría obtener los dos tercios de los diputados. Se impondría, otra vez, la "razón de Estado" que todo lo justifica.
Pero lo cierto es que nunca, en la historia del Poder Judicial argentino, hubo una Corte más desprestigiada que la actual.
No siempre fue así. Con sus luces y con sus límites, el alto tribunal gozó de un cierto reconocimiento de la opinión pública, mucho más que con otros sectores como la clase política, militar o eclesiástica.