Para tratar este tema, en los días previos al 17 de mayo, Día Mundial de la Hipertensión Arterial, tuvo lugar en la ciudad de La Plata el XVI Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, que reunió a expertos de la Argentina y del exterior. Los ejes temáticos del encuentro se centraron en el estudio, la prevención y el tratamiento de las consecuencias de la hipertensión a nivel cardiovascular, neurológico y renal. Asimismo, uno de los objetivos prioritarios fue el de concientizar a la población acerca de la necesidad de mantener un buen control de la presión arterial.
Según la SAHA, la quinta parte de quienes padecen hipertensión arterial (HTA) pueden sufrir un daño progresivo de la capacidad cognitiva a través de mini-infartos cerebrales asintomáticos que van deteriorando prematuramente las funciones del cerebro. Si bien no hay estadísticas a nivel nacional, estudios realizados en las ciudades de La Plata, General Belgrano, Rosario, Rauch y Córdoba, sobre muestras aleatorias de población no seleccionada de más de 15 años, “mostraron altas prevalencias de hipertensión arterial, superiores al 30 por ciento”, señaló el presidente de la SAHA, el doctor Horacio Carbajal. La población con mayor riesgo sería la de mayor edad.
Los valores de presión sistólica (máxima) y diastólica (mínima) que se consideran “normales” son 120 y 80 milímetros de mercurio (mmHg), en forma respectiva. A partir de esos valores, a medida que aumenta la presión, aún a cifras bajas, el riesgo aumenta, señalan los especialistas. “Pero el control de la enfermedad en la Argentina es bajo ya que no más de 15 de cada 100 hipertensos tiene su presión controlada, como consecuencia del tratamiento, por debajo de 140 y 90 milímetros de mercurio, mientras que en Estados Unidos, entre los años 2003 y 2004, se encontraba controlado el 33 por ciento de los hipertensos”, señala el doctor Alberto Ré, presidente del Comité Organizador del congreso realizado en la ciudad de La Plata.
Prevención y vida saludable
La clave para reducir la morbilidad asociada a la HTA es reducir el riesgo cardiovascular global mediante hábitos de vida saludables, asociados cuando es necesario a tratamientos farmacológicos prolongados, para lograr un control sostenido en el tiempo, capaz de prevenir la posibilidad de vivir con severas discapacidades durante gran parte de la vida, que es uno de los grandes riesgos a que expone un accidente cerebrovascular, indican los especialistas.
Algunos de los hábitos que recomiendan mantener es tener un peso adecuado, dejar de fumar, hacer actividad física y consumir menos sal, sin embargo los expertos advierten que el grado de riesgo y la forma más apropiada de mantener controlada la presión dependen de las características de cada persona.
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