El caso generó un escándalo de ribetes excepcionales en Bariloche al trascender, en enero de 2000, que fue creciendo en la medida que se conocían datos escabrosos de su trámite.
A la par del procesamiento de Juan Gilio, se sumó el de la madre de la chica, una prostituta que habría entregado a su hija al empresario y fue acusada de corrupción de menores, delito agravado por el vínculo.
Gilio está casado, tiene dos hijos, y un emporio familiar considerado como el más rico de Bariloche. Además de un frigorífico, es dueño de la principal distribuidora de alimentos de la ciudad y una cadena de supermercados, y posee una inversión en tierras millonaria en dólares.
La denuncia original ante la fiscalía fue hecha por la propia menor, quien, acompañada por un amigo, acusó a su madre de obligarla a tener sexo con Gilio en su auto, al menos dos oportunidades. (Télam)