El pasado sábado en horas de la tarde, sobre la ruta nacional 9, la motocicleta que conducía Francisco impactó de frente con la combi que manejaba su progenitor. El hecho fatal tomó estado público y causó conmoción en la zona y en todo Santiago del Estero.
Mario Leguizamón, don Legui como la mayoría de los loretanos lo llama, habla como siempre pausado, con silencios prolongados y revive con dolor el momento aciago que le tocó vivir. “No tengo explicación, soy un hombre muy cuidadoso. Hace cuarenta años que soy transportista. Manejé camiones con acoplados y trasporte de pasajeros y nunca tuve un accidente. Ahora me toca vivir esto”, reflexiona con pesadumbre.
“Yo vi que venía la moto de frente, pero a pocos metros de cruzarnos me pareció que perdía el control de la moto. Fue como si después agarrara el pianito del centro de la ruta y se me vino encima. Traté de darle más espacio volanteando para la derecha, pero no pude evitar el choque”, recuerda el experimentado chofer.
“Cuando me bajé, recién me di cuenta de que se trataba de mi hijo y de otra persona que primero pensaba que era mi nieto menor. Comencé a pedir auxilio y con la ayuda de más de 10 personas alzamos la combi para liberar a Francisco. El tiempo no pasaba parecía que nunca llegaba la ambulancia”, se lamenta.
Vínculo especial
Padre e hijo mantenían una relación muy especial, a partir de que compartían su pasión por los caballos y esto generaba prolongadas mateadas, con charlas interminables, en las que no faltaban las anécdotas de don Francisco “Pancho” Leguizamón, el domador abuelo del desafortunado joven.
Reconocido por la dedicación y la prudencia con la que realiza su trabajo, Legui goza de la confianza de muchos loretanos que engrosan su cartera de clientes, los cuales estuvieron a su lado en este difícil momento. Además, algunos miembros de su familia se trasladaron desde Buenos Aires para acompañarlo.
“No sé cómo podré agradecer a todas las personas que estuvieron a nuestro lado, entregándonos su compañía, su aliento, apoyándonos en este momento, y hasta hoy muchos amigos siguieron llamando y hablándonos para alentarnos”, agrega don Legui.
Las sombras se estiran en el patio. Patricia (esposa de Francisco) muestra una cámara digital con la última foto tomada a “Panchi”. Mario la toma entre sus manos y la mira con ternura mientras abraza al menor de sus nietos. “Tengo la obligación de ponerme de pie y caminar. Y seguir adelante. Ellos son la semilla de mi hijo y me necesitan”, expresa sin dejar de mirar la fotografía que luego besa con devoción.
Fuente: elliberal.com.ar