El 24 de noviembre del 2006, en horas del mediodía, Ramón Francisco Álvarez, de 25 años, estaba parado en medio de la ruta nacional 38, a pocos kilómetros de la entrada a Huillapima, departamento Capayán.
Álvarez trabajaba para una empresa agrícola, y en ese momento su labor consistía en colocar cubiertas de gomas sobre la ruta, para que una máquina pesada pudiera cruzar el pavimento sin dañarlo.
Pero en ese momento, Amilaga a bordo de un automóvil Toyota Corola, circulaba por la ruta en dirección a esta Capital, y al parecer no vio a tiempo al obrero en medio de la cinta asfáltica, por lo que lo embistió con el costado derecho del auto.
El cuerpo de Álvarez quedó sobre el capot, y después de varios metros salió despedido hacia un costado de la ruta. El joven murió en el acto.
Amilaga fue imputado de homicidio culposo, pero al cabo de la instrucción, la fiscal López consideró que no tenía responsabilidad en el hecho.
Según López, el obrero se encontraba parado en medio de la ruta, sin los mínimos elementos de seguridad, y por ello responsabilizó a la empresa para la que trabajaba, por no haberle provisto de los elementos necesarios.
Por ello la fiscal pidió el sobreseimiento de Amilaga, y el juez Palacios hizo lugar.
Sin embargo la querella apeló la resolución del juez, por lo que el sobreseimiento deberá ser resuelto por la Cámara de alzada.