Después de la ambulancia, llegaron dos patrulleros y un grupo de policías acordonó la zona. El cuerpo estaba tendido en el piso con los pies descalzos, bajo la llovizna que caía a esa hora de la noche. Varios vecinos llegaban al lugar. Todos estaban consternados. "Le robaron las zapatillas, y una mochila", dijo uno de los curiosos que miraba de lejos el trabajo de los peritos. El jefe de Policía, Jorge Racedo, llegó al lugar, mientras los peritos tapaban el cuerpo con un plástico y encendían un grupo electrógeno para iluminar el sitio.
Todavía no se conocía la identidad de la víctima. La gente indignada hablaba sobre la inseguridad en esa zona. "Todas las noches pasan en motos viendo a quién pueden asaltar", repetía un vecino que dijo llamarse Carlos. De pronto, una mujer que había visto a los delincuentes cuando le dispararon a la víctima, se acercó a los policías y les dijo que uno de los asaltantes acababa de pasar, unos minutos antes, por la esquina caminando con la moto al lado y mirando hacia el lugar del crimen.
En un santiamén, los policías comenzaron a correr hacia el muchacho; otros en motos y unos cuantos en un patrullero salieron en estampida hacia el oeste. Cuando le ordenaron que se detuviera, el individuo subió a la moto y aceleró a fondo, pero el pavimento le jugó una mala pasada y se cayó a dos cuadras del lugar, en Ayacucho al 1000, donde lograron atraparlo. Una docena de policías lo encerró en círculo hasta que estaciónó una camioneta. Rápido lo subieron al vehículo. Parecía un joven de entre 20 y 30 años. Vestía un pantalón blanco, una campera de color oscuro, con capucha y una gorra que ocultaba su rostro.
El sospechoso había vuelto al lugar donde se cometió el crimen. En la calle quedó la moto (Honda Wave de color rojo) en la que había intentado escapar. Una consigna policial permaneció en ese lugar junto al vehículo, mientras el patrullero se llevaba al sospechoso detenido y el resto de los policías regresaba al lugar del crimen, donde llegaban los móviles de la televisión. "Esto es terrible", repetía indignado un vecino, ante los micrófonos. "La zona es muy insegura. Siempre andan en moto viendo las casas. Es un peligro", agregó.
Ver o no ver
El cuerpo sin vida seguía bajo la lluvia. Los policías le taparon los pies con papel de diario y otro plástico negro. "No es del barrio", decía una mujer que conversaba con otras vecinas de Villa Além. Hasta ese momento, nadie sabía la identidad de la víctima. Algunos vecinos de la cuadra cerraban las ventanas: preferían no ver; otros, en cambio seguían en la calle bajo la lluvia.
Una combi de la División Criminalística estaciónó a pocos metros para trasladar el cuerpo a la morgue. Alrededor de las 23, la Policía confirmó que el joven fue víctima de un arrebato, pero que se resistió y le dispararon un balazo en el pecho. "Dos individuos que se movilizaban en moto y otro que hacía las veces de campana, en otra moto, atacaron al joven, que sería oriundo de Catamarca -explicó el comisario Lobo-. Detalló que tras haber aprehendido a un joven en Ayacucho al 1.000, luego se pudo dar con el paradero de otro sospechoso que también habría participado en el atraco. "Hasta ahora tenemos dos detenidos, mayores de edad, que fueron alojados en dependencias de las comisarías cuarta y novena", precisó.
Al filo de la medianoche, la Policía se llevó el cuerpo de Gonzalo Barrionuevo. Tenía 24 años. Estudiaba Educación Física. Era oriundo de Santa María, Catamarca. Anoche caminaba con una mochila en la espalda sin saber que el destino lo esperaba agazapado en Buenos Aires al 1.000, donde tres individuos que aparecieron en moto en medio de la oscuridad no dudaron en asaltarlo. El joven forcejeó con los delincuentes y uno de ellos le disparó en el pecho. Dos compañeras de Gonzalo pudieron reconocerlo en la morgue, mientras la Policía intentaba anoche contactar a los familiares del muchacho, que perdió la vida por defender sus zapatillas y su mochila.
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