Trascendió que, mediante un muñeco, la víctima explicó que el adolescente lo conducía a su hogar, aprovechando la ausencia de sus padres. Utilizando cuchillos, fuerza física y amenazas, lo habría violado en varias ocasiones; las prácticas incluían sexo oral.
Es más, amplió que en una ocasión vio que el joven también violó a otro vecino de 10 años, que padece síndrome de Down.
Superado el trámite judicial, en las próximas horas Falco dispondría múltiples pericias psicológicas e informes socio ambientales del menor de 13 años y de toda su familia.
Ante la gravedad de los hechos, la jueza deberá resolver qué hacer con los niños abusados, develar el futuro del adolescente y preservar a otras potenciales víctimas.
Más allá de tratarse de un menor, e inimputable, Falco tendría recursos para evitar males mayores: tratamientos e internaciones, serían dos caminos no distantes para el menor.
Hasta ahora, lo único que se logró hacer desde la Justicia fue establecer medidas tutelares para evitar que los chicos sometidos vuelvan a encontrarse con su presunto victimario, mientras tanto se espera que el precoz abusador comience un tratamiento para comprender la criminalidad del acto cometido, tal como se hizo con dos casos similares que fueron detectados a principio de este año.
De la cámara Gesell quedaron muchas opiniones. Algunos psicólogos deslizaron que el agresor tendría las características propias del niño abusado, aunque otros confrontaron con esa teoría, alegando que no siempre detrás de un violador hubo un violado.
En tanto, las familias de las víctimas continúan sus vidas entre la decepción y el miedo, al saber que el adolescente que agredió sexualmente a sus niños está lejos del alcance de la Justicia por su condición de inimputable.
Fuente: elliberal.com.ar