Un nuevo hallazgo de fósiles vegetales en la Antártida “aporta al conocimiento de los bosques que otrora habitaron el continente blanco, y brinda también nueva evidencia en relación al origen de las coníferas que actualmente son exclusivas del Hemisferio Sur, como el Pehuén (Araucaria) por dar un ejemplo de nuestro país”, señaló el Doctor Ignacio Escapa, del Museo Paleontológico Egidio Feruglio de la ciudad de Trelew.
Escapa y un equipo de colegas de la Universidad de Kansas (Estados Unidos) presentan en la revista International Journal of Plant Sciences una nueva especie nueva de conífera que llamaron Telemachus antarcticus y mejoraron la descripción de otra denominada Telemachus elongatus. Los materiales fueron coleccionados en rocas de edad triásica (entre 205 y 250 millones de años atrás) durante las últimas dos décadas por equipos estadounidenses de la Universidad de Kansas.
“Nuestro estudio permite también evaluar la historia evolutiva de las coníferas que son árboles (y arbustos) que se caracterizan por portar estructuras reproductivas llamadas ‘conos’. Actualmente, entre las coníferas se encuentran los árboles más altos, y también los más longevos. Las coníferas presentan una diversidad actual relativamente reducida con alrededor de 600 especies vivientes”, destaca Escapa. Y agrega: “Sin embargo, el registro fósil sugiere que especialmente durante la era Mesozoica (entre 65 a 250 millones de años atrás) las coníferas presentaron una diversidad mucho mayor, componiendo el estrato arbóreo dominante en la gran mayoría de los ecosistemas terrestres.”
Reconstrucción en 3D
Para determinar con exactitud las características morfológicas de los fósiles de coníferas de la Antártida, que habitaron durante el Triásico, Escapa y sus colegas desarrollaron una metodología similar a la “técnica de transferencia”, mediante la cual el fósil comprimido es extraído de la roca portadora por medio de un ataque con ácidos, permitiendo de esta forma estudiar la estructura tridimensional del fósil. “Hay que tener en cuenta que los troncos, las ramas, las hojas y órganos -entre otras estructuras- de esas plantas suelen estar comprimidas en los fósiles. Por este motivo, es necesario reconstruir la imagen real que tenían a fin de poder analizarlos.”
Finalmente, entender mejor la “planta total” a través del estudio detallado de los fragmentos, permite hacer un análisis evolutivo para determinar su origen y relaciones, y su importancia en el contexto evolutivo global, destacó Escapa. “Para ello utilizamos la cladística, una metodología en la que básicamente se listan caracteres de organismos, y se utilizan algoritmos que permitan determinar la hipótesis evolutiva más simple para tales organismos”, subrayó el especialista en paleobotánica.
Siguiendo tales reconstrucciones, las plantas portadoras de los conos de Telemachus serían coníferas de gran porte, similares a las coníferas actuales.
Este descubrimiento resulta particularmente interesante, dado que en la actualidad la Antártida posee una flora limitada a algunas plantas herbáceas con flores, además de musgos, líquenes y algas. “Sin embargo, durante gran parte de la era Mesozoica, este continente formó parte del Supercontinente Gondwana, y su vegetación fue muy distinta de la que actualmente observamos, presentando extensos bosques de una rica composición florística. El hallazgo contribuye también a determinar y entender los cambios climáticos que sufrió el planeta a través de las distintas eras geológicas”, concluyó Escapa.
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