Los autores del proyecto recibieron el apoyo solidario de
empresas y comercios para construir la silla de ruedas.
Un cuarteto de estudiantes y docentes de la Escuela Provincial de Educación Técnica 14 de esta ciudad diseñó y construyó una silla de ruedas para personas cuadripléjicas que puede ser controlada por el posicionamiento de la cabeza del usuario.
La obra surgió a partir de la iniciativa solidaria de los estudiantes Matías Barresi y Facundo Quiñones y de los docentes Carlos Canal y Eduardo Brida quienes, a partir de los buenos resultados, quieren la continuidad del proyecto y que se lo incluya dentro del plan de estudios de la EPET. Tienen sus razones para hacerlo: el costo de fabricación es de apenas 2.000 pesos cuando en el mercado un producto similar alcanza como mínimo los 20.000 pesos.
Matías y Facundo acaban de recibirse de técnicos electromecánicos y los espera la universidad. Pero más allá de pensar sólo en su futuro quieren asegurarse la continuidad de la iniciativa que puede cambiarle la vida a chicos que no tienen posibilidades de de movilizarse.
Los chicos, con el fuerte apoyo de Canal y Brida, se definieron por el proyecto luego de visitar a las escuelas especiales 4 y 6 de Neuquén donde a la par de tomar contacto con las necesidades de los establecimientos y de los estudiantes conocieron a un chico que necesitaba una silla como la que terminaron por fabricar. El chico falleció al poco tiempo de la visita y el proyecto estuvo a punto de ser abandonado hasta que los chicos reaccionaron y transformaron en fortaleza el dolor y la carencia. Fue entonces, en honor de ese chico que ya no está, que se puso en marcha la iniciativa. Es más, hasta pensaron en ponerle el nombre del muchacho al prototipo que el viernes le mostraron a este diario.
La silla tiene un apoyacabeza regulable con dos sensores de contacto, los cuales sirven para encender y apagar la silla y también para poner en marcha los motores, ubicados debajo de la silla propiamente dicha.
Sobre el apoyacabeza, paralelamente, se colocó un panel óptico que detecta las posiciones de la cabeza.
De esta forma, y a partir de un dispositivo óptico emisor colocado en la cabeza del usuario con una suerte de pequeño casco, el usuario puede comandar la silla hacia un lado o hacia otro, para atrás o para adelante.
Por otra parte, frente al usuario colocaron un display que indica la posición de la cabeza y el estado de encendido de los motores y en los laterales instalaron dos pulsadores que cumplen la misma función que el que está en el apoyacabeza: para encender y apagar la silla.
El cuarteto de la EPET 14 se las rebuscó con lo que tenía para poder completar el prototipo, en el cual usaron desde un par de ruedas de carrito de supermercado hasta un apoyacabeza que un tapicero tenía tirado en su taller.
Cuentan los estudiantes que, aunque parezca insólito, en una gran ferretería que está en un portal les negaron las rueditas que luego cedió muy amablemente el gerente del híper Norte.
´Nos encontramos con el tapicero Oscar Pérez que no dio el apoyacabeza, los tapizó y hasta le puso los cierres por si hay que cambiar los sensores alguna vez; Expreso Oliva nos donó una batería, El Mapuche de Cipolletti la otra y Saturno Hogar un motor y las ruedas traseras´, explicaron los estudiantes.
Así, luego de muchos esfuerzos, la silla estuvo en marcha y fue ensayada con éxito.
´Lo que queremos es que haya continuidad porque tenemos todo para hacer algo que para mucha gente es imposible de conseguir y significa nada menos que la posibilidad de moverse´, afirmaron.
Fuente: ARGENPRESS®
http://www.argenpress.info/nota.asp?num=038033