“Estos parásitos son el Toxocara canis y Toxocara catis”, señala la doctora Graciela Santillán, investigadora del Departamento de Parasitología del Instituto Nacional de Enfermedades Infeccionas Anlis Carlos G. Malbrán.
Los síntomas de la enfermedad son múltiples: fiebre, dolor abdominal, dolor de cabeza, anorexia, tos, hepatitis, asma, neumonía, faringitis, desórdenes cutáneos, miocarditis y complicaciones oculares, entre otras manifestaciones clínicas.
Algunos autores también han descrito convulsiones, parálisis, demencia, cambios de conducta, epilepsia, meningitis y otros desórdenes neurológicos, debido a que la larva penetra y se acumula en el sistema nervioso central, explica Santillán.
La especialista, junto con un equipo de expertos de la Universidad de Tolouse, Francia, de la Universidad Nacional de la Pampa y autoridades sanitarias del país, realizaron un estudio epidemiológico para determinar cuan extendida está la toxocariasis humana en zonas rurales de tres provincias de la Patagonia: Chubut, Neuquén y Río Negro.
Los resultados de la investigación fueron publicados en la prestigiosa revista científica American Journal of Tropical Medicine.
Resultados
Mediante análisis de sangre, los investigadores descubrieron que de 114 personas que habitaban en 29 estancias distribuidas en las tres provincias mencionadas, 36 (31.6%) estaban infectadas.
“Estos resultados son una muestra representativa de lo que sucede en la población total que habita en las estancias de esas provincias que suman un total de 2.990”, explica Santillán y agrega: “La situación es preocupante porque es una enfermedad subdiagnosticada que puede ser confundida con otras de la infancia, como las alergias o el asma”.
En la investigación también se realizaron análisis de 114 muestras de suelo extraídas de las 114 estancias estudiadas. Los resultados revelaron que 40 de ellas estaban contaminadas con huevos de los parásitos que provienen de la materia fecal de los perros y los gatos.
“En 111 de las 114 estancias había perros y gatos”, señala Santillán y continúa: “Los factores de riesgo son los mismos que en cualquier área, los cachorros nacen infectados y al mes de nacer comienzan a eliminar huevos, que contaminan el suelo, plazas, y areneros, así como otros lugares. La ingesta accidental de estos huevos pueden causar la enfermedad”.
De acuerdo con la experta, otro factor de riesgo, es la falta de higiene, como verduras y frutas mal lavadas. El hábito de comer tierra, sobre todo en el caso de los niños, también aumenta el riesgo de contraer esta parasitosis.
Este y otros estudios realizados en otras áreas rurales, tanto de Argentina como de otros países, revelan que los niños son una población vulnerable ya que tienen un mayor contacto con los perros y el medio ambiente.
“En general, los niveles de infección son más elevados en la zona rural y menor en las áreas urbanas. Esto coincide con los datos encontrados en otros países”, destaca Santillán y continúa: “Es importante tener en claro que una persona puede estar infectada con los parásitos sin que la enfermedad se desarrolle. Va depender del estado inmunológico de la persona y de otros factores, por ejemplo, los nutricionales; la mala alimentación aumenta las posibilidades de que el parásito se instale”.
En el caso de las zonas rurales de las tres provincias de la Patagonia estudiadas, Chubut, Neuquén y Río Negro, la situación podría ser peor. “Como los huevos necesitan de condiciones adecuadas de temperatura y humedad para larvar o ser infectivos, las altas temperaturas los desecan y por esa razón no desarrollan y no son infectivos”, explica la experta.
Medidas de prevención
Para Santillán, la situación puede mejorar si se educa más a la población y se mejoran las condiciones sanitarias de las zonas de escasos recursos que son más vulnerables.
“Los cachorros (perros y gatos) deben ser desparasitados frecuentemente: a las 3 semanas de vida, a la cuarta semana, y repetir el tratamiento cada 6 meses; desparasitar a las hembras preñadas y que estén amamantando”, afirma Santillán.
Otras medidas que recomienda son informar a la población, a los profesionales de la salud, y a los docentes que podrían difundir entre los alumnos la forma de prevenir esa enfermedad.
“Es importante instalar en la población una conducta responsable en relación con la tenencia de animales. En este sentido, es importante que se eliminen las heces diariamente, ya que en ese momento no son infectivas. Debe prohibirse que los animales defequen en lugares públicos, y en lo que se refiere a los hábitos cotidianos es muy importante el lavado de las manos para evitar contraer la enfermedad”, concluye Santillán.
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