Se trata de una “vacuna” que permitiría proteger a la frutilla de un hongo nocivo de una forma limpia.
El avance provino de la mano del equipo compuesto por el ingeniero agrónomo Atilio Castagnaro y Juan Carlos Díaz Ricci, directores; junto a Sergio Salazar, Nadia Chalfoun y Josefina Racedo.
"Se enmarca en la búsqueda de nuevas alternativas fitosanitarias más limpias, que es uno de los grandes desafíos que tiene la agricultura moderna, en la que la utilización de agroquímicos convencionales permite tener productos en calidad y cantidad suficiente, pero a su vez produce, como toda tecnología, un impacto sobre la salud humana y ambiental", contó Castagnaro a Télam.
Por el momento, no se puede y hasta es peor prescindir de los agroquímicos, por lo que uno de los esfuerzos más grandes en investigación es buscar los productos menos tóxicos posibles, que sean biodegradables para que no pasen a las aguas y, en lo posible, no generen formas del patógeno resistentes", agregó.
La investigación permitió encontrar "un principio activo que, cuando se aplica a la planta, le genera resistencia sin producir un fenómeno ni insecticida ni antimicrobiano en sí, como si la estuviera `vacunando` contra muchas enfermedades", explicó el ingeniero.
Básicamente, lo que hicieron los científicos es encontrar un hongo resistente a otro que atacaba al cultivo y que no dañaba al fruto. Luego, se buscó cuál era la proteína que daba ese efecto protector para clonar los genes que la generaban.
"Los tenemos para producir la cantidad que queramos, y la patente -con la ayuda de una empresa privada nacional y quizás también de la Estación Experimental- puede constituirse en la base de un desarrollo tecnológico en la producción de frutilla que siga generando beneficios económicos a los productores y trabajadores, reduciendo el uso de agroquímicos", cerró Castagnaro.