La primera parte de sus investigaciones serán presentadas hoy en una conferencia, en el marco de la Semana de la Ingeniería, a las 19.30 en el aula 218 de la UTN (Rivadavia 1.050).
De que las hay, las hay
Luján avanzó principalmente en los métodos para medir radiaciones. Si bien no puede decir que las microondas que recibe nuestro cuerpo cuando hacemos una llamada sean perjudiciales, sí puede precisar que la radiación existe, y en qué cantidades. "Lo que me impulsó a hacer esta investigación es la falta de información y las controversias que se presentan en, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud. Yo no puedo decir que sea mala o cancerígena la exposición a la radiación de los celulares, pero que alguna consecuencia traerán, eso es casi seguro", afirma.
Hasta tanto conozca esas consecuencias, el investigador prefiere tomar ciertos recaudos. "Separar el celular unos centímetros de la oreja reduce significativamente la exposición de microondas a nuestro cerebro. Utilizar el manos libres, en tanto, reduce a cero la exposición en el cerebro. Pero atención: si el aparato está en nuestro bolsillo o en la funda en la cintura estamos exponiendo otros órganos, como el aparato reproductor, el colon, el bazo...", advierte.
Entre tantos experimentos, Luján descubrió que con una simple lámina de aluminio (la misma de la que se hacen las bandejas del delivery de comida) colocada en la funda del celular las radiaciones bajan a cero. "Aunque no conozca sus efectos, prefiero no estar expuesto. Con pequeñas medidas podemos lograrlo", aconseja.
Experimentos
Para realizar sus pruebas, el químico utiliza una docena de celulares antiguos, como los populares "ladrillos" de Motorola (Micro Tac) donados por un colega que, además, los modificó internamente para simular una llamada. También experimenta con celulares digitales de última generación y compara los resultados. "Los teléfonos nuevos trabajan con una potencia mucho menor que los viejos -aunque a una frecuencia mucho más alta- por lo que generan un campo eléctrico mucho menor, lo que afectaría menos nuestra salud", señala, tranquilizando las aguas. Sin embargo, se sorprendió al ver que algunas plantas expuestas a la radiación de los celulares crecen hasta dos veces más rápido que las que no lo están.
Luján observó también que semillas de choclo irradiadas produjeron mazorcas atrofiadas, aunque en menor medida que las expuestas al horno microondas o a rayos UV magnificados. "Esto nos habla de una mutagénesis, y habrá que comprobar qué sucede en las células humanas", dispara. Además de semillas y levaduras, sus experimentos utilizaron cráneos de cerdo, tejidos de pollo, plantas y huevos, entre otros organismos.
Conclusiones
Entre sus primeras conclusiones, Luján remarca que, entre los artefactos de uso doméstico, no son los celulares los únicos ni los más importantes en cuanto a la radiación de microondas. Mientras que un teléfono digital de última generación produce un campo de 2,04 voltios/metro (V/m), un foco de bajo consumo produce 280 V/m (siempre midiendo a una distancia igual a 0).
"Si el foco del velador es de bajo consumo nos expone a una radiación mucho mayor que el hablar por teléfono. Por lo pronto, lo que podemos decir es que, cuanto más lejos, mejor", apuntó. También comprobó que hablar por celular dentro de un auto multiplica la radiación, ya que la estructura metálica del vehículo funciona como antena.
Luján insiste en que falta mucho por experimentar, calcular y observar, principalmente en el campo biológico. De todos modos, aconseja, en la medida de lo posible, exponerse lo menos posible a cualquier tipo de radiación. "Esta es una primera parte porque el trabajo completo me llevará cuatro años más", le dice a LA GACETA. Él tiene paciencia, y si bien en ese tiempo se jubilará como docente, asegura que la persiana de investigador no se bajará jamás. lagaceta.com.ar
