"No hay estadísticas oficiales sobre el estrés en los docentes porque el Ministerio de Educación no va a permitir que se cuantifique el problema", añadió, cuando se le preguntó sobre qué bases se basaba su afirmación.
"Los docentes, desgraciadamente, no están entrenados para el cambio social actual que incorpora violencia y desesperación, porque los chicos se cargan con todo lo que sufren en la sociedad y la familia llevándolo a la escuela", explicó.
Aseguró que "los alumnos están estresados, por eso en el conurbano bonaerense, en particular, se ponen muy violentos, provocando condiciones que no son didácticas, cargando mucho al maestro que después se lleva todo a la casa y contamina su ambiente familiar".
Como paliativo propuso "una serie de técnicas de contención psicológica que se convierten en operativas para que el docente pueda trabajar con esas situaciones que angustian al chico y además le producen a él mismo una fuerte resonancia emocional".
Para poner en práctica ese tipo de técnicas Moffat llegó a Viedma este fin de semana, convocado por la seccional local de la Unión de Trabajadores de la Educación de Río Negro (Unter) con la finalidad de dictar un curso bajo la denominación de "Escuela y crisis social, técnicas de contención psicológica para docentes".
Sobre la base de técnicas grupales, "porque sería fatal en estos momentos trabajar sobre la base de individualidades", el prestigioso psicólogo social propone "una operatoria con los pasos fundamentales que permiten resolver situaciones de caos y catarsis, cuando por ejemplo un chico en el aula se pone a llorar o a romper cosas".
Explicó que "hay una primera etapa de contacto, para el encuentro psicológico; después hay que permitir la catarsis, porque en general si un chico está violento o está por llorar necesita una contención, que a veces puede ser física a través de un abrazo".
"De la etapa de la emoción contenida pasamos a la palabra, que proporciona un cierto alivio y abre la posibilidad de entenderse, de organizar una historia a partir de ese momento, con un proyecto". En el final del proceso "habrá un cambio de actitud, que permitirá pasar a una situación de aprendizaje", añadió.
Advirtió que "el docente necesita protegerse a sí mismo y para eso hay técnicas de disociación instrumental que le permiten percibir qué le está pasando emocionalmente -si se está poniendo triste, si se enoja, si se confunde- para controlar ese estado y neutralizarlo".
{adr}Para los docentes en contacto con alumnos de los primeros grados "se proponen pequeños ejercicios que se pueden plantear como un juego, que les gusta, los entusiasma y les baja el nivel de angustia"; y otras veces "se usan ciertas maniobras corporales, con los más chiquitos especialmente", le explicó a Télam.
Los talleres para docentes dictados por Moffat se están multiplicando en distintos puntos del país, con un esquema inicial de 12 horas de reloj en dos jornadas durante un fin de semana, que se repiten después en otros tres encuentros a razón de uno por mes.
"El objetivo es desarrollar las técnicas y analizar con la gente de cada lugar los problemas locales, que son distintos según cada región" precisó, para acotar que "aquí en la Patagonia pude notar que la problemática es más bien depresiva, con tristeza y desolación, sin la paranoia que se nota en La Matanza". (Télam)