Concretamente, la Reserva anunció el 18 de diciembre que adquirirá, a partir de enero de 2014, un total de 75.000 millones de dólares mensuales en títulos del Tesoro en lugar de los 85.000 millones que ha venido absorbiendo en los últimos 15 meses.
Cabe recordar que la QE3 es la tercera etapa del programa de flexibilización monetaria o inyección de liquidez masiva en el sistema financiero por parte de la Reserva, que se inició en 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers que puso a la economía estadounidense al borde de una nueva Gran Depresión.
A lo largo de los últimos meses de este año, el Comité Abierto de la Reserva abordó en cada una de sus reuniones mensuales el momento, la oportunidad y la corrección o no, de iniciar el proceso de desmontaje de la tercera versión de la QE, en función de la incipiente mejoría de la economía.
Sin embargo, a pesar de las muy marcadas diferencias internas, la cúpula del banco central dejó claramente establecido que, en lo que hace a las tasas de interés prácticamente nulas vigentes desde 2008, no había cambios hasta tanto la tasa de desempleo caiga por debajo del 6,5% y hasta que la de inflación supere el 2%.
En lo que atañe al QE3, la otra pata central de la política monetaria de sostenimiento de la recuperación económica, los debates giraron alrededor del momento, el monto y la forma, nunca sobre la corrección que debía hacerse.
La decisión adoptada en la última reunión del 18 de diciembre confirma, por una parte, el consenso existente en la Reserva en relación a la QE3 y, del otro, el ajustado ´timing´ planteado por Bernanke ya que los mercados recibieron la noticia con una subida general de sus negocios.
Desde este punto de vista, el mundo de los negocios parece coincidir con el saliente titular del banco central, quien dejará el cargo el 31 de enero próximo a Janet Yellen, en que el programa monetario está "bien encaminado para cumplir con nuestros objetivos económicos", como dijo el comunicado de la Reserva.
Sin embargo, muchos analistas desconfían de que los próximos meses confirmen la fortaleza de la recuperación del crecimiento y de la baja de la desocupación, habida cuenta de que los resultados provisionales de los últimos dos años terminaron siendo desmentidos por los datos de medición ulteriores y definitivos.
Así, en 2011 se previó un crecimiento del PIB del orden del 3,2% para el año que está concluyendo y, un año después, esa cifra cayó al 2,6%, mientras que ahora se piensa que 2013 finalizará con una economía creciendo al ritmo del 2,2%.
Lo mismo ocurre con la tasa de inflación, ya que está lejos todavía del objetivo del 2% y, por el contrario, en los últimos meses, se ha deslizado hacia abajo, a alrededor del 1,5%, despertando nuevamente temores sobre el mayor enemigo que enfrenta Estados Unidos, es decir, la deflación.
Dentro de la Reserva Federal, dividida entre ´halcones´ (ortodoxos monetaristas) y ´palomas´ (heterodoxos de la línea de Bernanke), hay posiciones muy enfrentadas sobre los pronósticos y las medidas a tomarse en el futuro.
Los ortodoxos están preocupados porque piensan que la emisión de dólares está yendo mayoritariamente a alimentar nuevas burbujas especulativas en el sector financiero, en tanto que no aportan demasiado a la recuperación del sector productivo, algo en lo que el pobre crecimiento y la alta desocupación parece confirmar.
Los heterodoxos, en cambio, basan la defensa de la laxitud monetaria en la necesidad de evitar que la tasa de inflación siga cayendo y arrastre al país a la deflación, insistiendo que sin el QE3 y la tasa de interés de cero por ciento la economía estaría en una situación dramática.
Estados Unidos entra en el año 2014 en la misma discusión que se sostiene desde hace tres años, aunque con un pequeño paso adelante en la normalización financiera tras la reducción de la compra de bonos, el inicio de un camino que sólo será posible profundizar si la economía reacciona como Bernanke confía en que lo haga.
Fuente: Télam