Los economistas aseguran que “no es novedoso que nuestra economía funciona con dos monedas: la doméstica para efectuar transacciones y la extranjera para ahorrar. Pero además, al momento de canalizar sus ahorros en divisas, los agentes económicos muestran baja predisposición hacia la utilización del sistema financiero institucionalizado”.
Dichas palabras pertenecen a Jorge Todesca de la consultora Finsoport, que realizó un informe donde llegó a la conclusión que el M3 privado en pesos –definido como la suma entre los billetes y monedas en poder del público más los depósitos en moneda doméstica del sector privado– creció con fuerza en los pasados 12 meses.
Pero, por cada peso de aumento en el M3, $0,74 se justificaron por el dinero transaccional –efectivo más depósitos a la vista– y apenas $0,26 por los plazos fijos. Así, y según Finsoport, “las necesidades transaccionales “empujan” el ascenso nominal de la cantidad de pesos con una intensidad que no se advierte al evaluar el comportamiento de las colocaciones a plazo”.
La inflación y la reactivación de la economía local impulsaron un crecimiento en el stock de dinero que circula en la Argentina.
Así, mientras que la recuperación del nivel de actividad económica y la aceleración del ritmo de expansión de los precios internos requieren mayor cantidad de “combustible” –pesos– para desarrollar las transacciones, los ahorros privados en moneda local no evidencian un dinamismo tan acentuado. Más aún, más de la mitad del stock de depósitos a plazo del sector privado –concretamente, el 58%– se encuentra colocado a menos de 60 días.
Aquello que no se ahorra en pesos, se ahorra en moneda extranjera. En rigor, el sector privado no financiero adquirió en términos netos (la diferencia entre divisas adquiridas y vendidas) alrededor de u$s 6.500 millones en los últimos doce meses. De este importe, sólo el 20% permaneció en las instituciones financieras bajo la forma de depósitos. Mientras, el 80% restante –unos u$s 5.200 millones– quedó fuera de los bancos.