En el inicio de la semana, la deuda española volvió a ingresar al terreno denominado "basura", que es cuando los títulos emitidos por un país superan la barrera de 7% de interés que deben pagar en el mercado, y es entonces cuando se enciende la luz roja que indica que se requiere de una asistencia financiera externa porque la economía por sí misma no puede dar respuestas.
Según informó la agencia alemana DPA, la prima de riesgo del país y la rentabilidad del bono español a diez años volvieron a dispararse hasta niveles considerados de rescate, superando los récords batidos ya la semana pasada.
La rentabilidad del bono a diez años se disparó hasta superar la línea roja del 7%, que analistas consideran un nivel de intervención porque el país puede tener que enfrentarse a la imposibilidad de financiarse en los mercados.
Este lunes, y aún con los resultados frescos de la elección griega que concluyó en sintonía con lo deseado con la Unión Europea, la tasa de los bonos españoles alcanzó a 7,138%, un máximo histórico intradía desde la llegada del euro.
La prima de riesgo, que mide la diferencia a pagar por el bono español a diez años frente al Alémán, superó los 572 puntos básicos; y el selectivo Ibex 35, el índice principal de la Bolsa española, caía casi un 1,5%.
Con este panorama, el gobierno de Mariano Rajoy volvió a pedir una respuesta al Banco Central Europeo (BCE) en forma de compra de deuda soberana.
"El BCE debe responder con toda firmeza, con toda fiabilidad, a esos mercados que todavía intentan obstaculizar el desarrollo del proyecto común del euro", manifestó en el Senado el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, mientras el presidente del gobierno se afana en México por convencer a los socios del G20 y a los mercados de que España va a salir de la situación en la que está.
La compra de deuda soberana por parte del BCE, una medida a la que el Ejecutivo español ya ha aludido en otras ocasiones, relajaría la prima de riesgo.
El Tesoro Público español acudirá este martes a una nueva subasta de deuda soberana en la que se comprobará directamente cómo afectan a la capacidad de financiación de España las consecuencias del resultado de las elecciones griegas, que en principio se esperaba que hubiera sido de forma positiva tras la victoria de los defensores de la permanencia de Grecia en el euro.
Aunque el gobierno de Rajoy apuntó la semana pasada en reiteradas ocasiones a las elecciones griegas como el elemento que disparaba la prima de riesgo y la rentabilidad del bono español a diez años, los expertos apuntan principalmente a las dudas sobre el rescate de la banca española acordado por el eurogrupo el 9 de junio.
Aún se desconoce la cantidad de dinero que el Ejecutivo español va a pedir a sus socios. Puede solicitar hasta 100.000 millones de euros, pero está esperando para hacerlo a los informes de dos auditoras externas contratadas para medir los agujeros millonarios que el estallido de la burbuja inmobiliaria dejó en las entidades.
También se desconoce a qué interés se otorgará el préstamo, en cuánto tiempo habrá que devolverlo y, sobre todo, de qué fondo de rescate europeo se sacará, si del Fondo de Estructuración y Estabilidad Financiera (FEEF) o del Mecanismo de Estabilidad Europea (MEDE).
En el caso del MEDE, un fondo permanente que previsiblemente entrará en vigor en julio sustituyendo al FEEF, los préstamos tienen prioridad de cobro y los inversores privados temen ser los últimos en cobrar -o no cobrar nunca- en caso de un impago de la deuda española.
Fuente: Télam