Las claves de ese acuerdo en la cúpula de la Cumbre giraron sobre tres ejes: aceptación de la posición alemana de que el Presupuesto europeo debía ser menor a los anteriores; ; cesión de la mayoría de los subsidios agrícolas a Francia, y aceptación de la propuesta británica de que aquel no superara el 1% del PBI.
Frente a este compacto frente presentado por Angela Merkel, Francois Hollande y David Cameron, poco pudieron hacer los países más pequeños de la Unión, particularmente los del Este europeo, o inclusive la Italia de Mario Monti. Apenas quejarse.
Por primera vez desde su creación, la Unión Europea tendrá un Presupuesto en baja, cierto que respetando siempre las líneas directrices que manan de Berlín y París, apoyadas en este caso por los planteamientos extremadamente austeros que trae siempre la delegación británica a estas Cumbres.
En este caso, el Presupuesto aprobado es una clara señal de que las fuerzas motrices de la unidad europea se han debilitado y que sus potencias directrices han querido enviar un mensaje al resto de sus sufridos socios en el sentido de que se ha iniciado una larga época de vacas flacas.
El nuevo registro de gastos e ingresos, que regirá entre 2014 y 2020, un total de 7 años, deja claro que la idea predominante entre los líderes del Viejo Continente es que no está cerca el final de la profunda crisis económica y financiera que se ha enseñado con sus naciones.
En este sentido, el esquema multianual aprobado ayer, pero que deberá pasar aún la prueba de fuego del voto en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, eleva a 960.000 millones de euros el esquema financiero para estos siete años, lo que supone una caída del 3% sobre el Presupuesto 2007-2013 aún vigente y un 12% por debajo del primer que presentara la Comisión Europea (CE).
El presidente francés no dejó dudas sobre su satisfacción sobre lo acordado al afirmar que el pacto es "el mejor posible bajo las actuales restricciones y circunstancias", algo que se hace más comprensible si se tiene en cuenta que los subsidios agrícolas que París aprovecha como nadie suponen el 38% del Presupuesto.
La alegría del británico Cameron, quien calificó el consenso alcanzado como "un buen acuerdo para Gran Bretaña y para Europa", se explica también por el hecho de que este país, contribuyente neto a los fondos de la UE, verá disminuir las transferencias que anualmente realiza al bloque.
Sin embargo, los pequeños países bálticos, predominantemente agrícolas, así como ocurrirá con los granjeros de algunas naciones nórdicas, se verán perjudicados por la distribución de los subsidios a su producción y a la reducción de gastos comunitarios en infraestructuras.
La reducción de la torta a repartir dentro de la UE queda patente no sólo en la reducción del Presupuesto sino también en la manera en que los reducidos recursos se van a repartir de aquí en más.
Con la única excepción, de momento, de la economía de Alemania, el conjunto de los datos macroeconómicos (PBI, empleo, consumo, exportaciones, etc.) de la UE están en una lenta pero marcada caída desde 2008 en adelante.
El cuestionamiento a la fortaleza del euro realizada la semana pasada por Hollande, una crítica por elevación a las políticas de austeridad y de ortodoxa monetarias impuestas por Merkel, es apenas la punta de un iceberg que tiene su raíz en la patente decadencia económica de Francia.
París, que conforma junto con Berlín el eje alrededor del cual gira toda la Unión, comienza a sentir como le aprieta el corsé de la austeridad en el gasto y de un tipo de cambio que frena más y más sus exportaciones dentro y fuera del bloque económico.
Así como en España se verifica el desarrollo de tendencias centrífugas que cuestionan la unidad del Estado por las desigualdades en la distribución de la riqueza, tal es el caso de los independentismos catalán y vasco, en Europa comienzan a alzarse voces en contra de las políticas que emanan de Berlín.
No se trata ahora solamente de los críticos de izquierda griegos o de las bravuconadas de Berlusconi en Italia, ni de las históricas amenazas de abandonar la Unión de Gran Bretaña.
En lo ocurrido en las últimas dos semanas ha sido Francia la protagonista de los cuestionamientos y así como Cameron se ha retirado satisfecho de Bruselas tras la Cumbre, lo mismo ha ocurrido con Hollande, quien ha salvado la ropa frente a sus agricultores y seguidores.
Pero las concesiones mutuas entre las grandes potencias regionales se ha hecho a costa de alimentar el descontentos de la periferia europea, con el agravante de que los parches circunstanciales no pueden más que aliviar, y por corto tiempo, las consecuencias de la penosa decadencia económica europea.
Fuente: Télam
