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Viernes 26 de Abril de 2024
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La crisis llega a Alemania y agrava la situación de Europa

La producción industrial de Alemania mostró una nueva caída por segundo trimestre consecutivo, lo que hace temer una posible entrada en recesión técnica de la mayor economía de la región y un agravamiento de la crisis de la Eurozona.
De acuerdo con la Oficina Estadística Federal germana, las exportaciones se desplomaron un 5,8% en agosto con respecto a julio, mucho más que la declinación pronosticada que era de un 4%.

Al mismo tiempo, cayeron también las órdenes de compra a la industria así como las exportaciones del país, configurando un cuadro preocupante ya que el retroceso del sector manufacturero ha sido el mayor desde el registrado en enero de 2009 cuando la crisis financiera internacional paralizó el comercio mundial.

La mala noticia llega en un momento muy complejo para la Eurozona, ya que podría ser un preanuncio de un agravamiento del bajísimo ritmo de crecimiento y de una mayor cercanía de la entrada en deflación de los países de la región.

Si bien es muy pronto para precisar la evolución de la economía alemana en los próximos meses y en 2015, los analistas estiman altamente probable que el país entre en recesión técnica cuando se den a conocer los datos del PIB del tercer trimestre de este año.
La previsión de los expertos toma en cuenta que Alemania contrajo su economía en un 0,2% en el segundo trimestre, así como las cifras de la industria, el comercio exterior y las órdenes de compra del segundo trimestre reveladas esta semana.

Sobre esta base y el hecho de que la economía viene ralentizándose desde enero (en el primer trimestre el PIB avanzó apenas un 0,7%), con una franca caída en el segundo y casi seguramente en el tercero, la tendencia es claramente bajista.

Esta semana, en vísperas de su Asamblea Anual en Washington, el Fondo Monetario Internacional (FMI) también redujo sus previsiones de crecimiento de la economía de Alemania para este año y el próximo, llevándolas desde el 1,9% al 1,4% en 2014 y de 1,7% a 1,5% para 2015.
El propio ministro de Economía germano, Sigmar Gabriel, se unía al coro de pesimistas locales e internacionales y reconocía que el Gobierno de la canciller Angela Merkel podría revisar su pronóstico de un crecimiento del 1,8% para el año en curso.

En el mismo sentido se han manifestado los principales centros de estudios económicos de Berlín, al rebajar sus cálculos de evolución del PIB desde 1,9% a 1,3% para 2014 y desde el 2% al 1,2% para el año próximo, unos recortes aún más pronunciados que los del FMI.

Si bien el Gobierno de Merkel no ha dado muestras de preocupación, lo cierto es que Alemania ha ingresado en un período de ralentización, para los más optimistas, o incluso de recesión, en el caso de aquellos que intentan ver más allá de los datos inmediatos.

Esta situación, que plantea la incorporación de la mayor economía de la Eurozona a la problemática de la crisis que afecta a todos sus socios con la excepción de Gran Bretaña, se configura en momentos en que el Banco Central Europeo (BCE) se hace eco cada vez más de los reclamos del resto de países miembros.

El titular del ente monetario, Mario Draghi, avanzó un poco más esta semana al insinuar que el organismo está dispuesto a instrumentar la compra de bonos de los Estados europeos al estilo de lo hecho por la Reserva Federal de Estados Unidos, para impedir que la Eurozona caiga en recesión y deflación.

Draghi, sin embargo, advirtió que no basta con esta acción del BCE, resistida ferozmente por Berlín, sino que hacen falta también un cambio de las políticas de austeridad fiscal y un compromiso de los países superavitarios (en clara alusión a Alemania) de mayor inversión y gasto público.

Esto es justamente lo que le piden a Merkel la amplia mayoría de economistas y de políticos de la oposición socialdemócrata: reducir impuestos a la inversión empresarial privada y alentar el crecimiento a través de la inversión pública.

La misma melodía que suena en los cerrados oídos de la canciller desde Italia, Francia, España y demás socios en crisis, a los cuales ha respondido hasta aquí con el silencio o con la misma cantinela de mantener a rajatabla el objetivo de equilibrio presupuestario y reducción de salarios.

Las cifras de empleo y la demanda interna de Alemania permanecen inalteradas en los primeros ocho meses de este año, un dato que no es menor a la hora de evaluar la posibilidad de recesión y, en el caso de que ésta se produjera, su profundidad y duración eventual.

Sin embargo, el cuadro económico internacional es vital para Alemania y su comercio exterior y, por tanto, para no perder de vista que la continuidad de un retroceso de las exportaciones terminaría afectando a su mercado interno más temprano que tarde.

Este contexto se caracteriza por los claros signos de desaceleración en gigantes como China y Japón cuya situación está lastrando cada vez más los precios de las materias primas, lo cual resiente a las economías de países emergentes como Rusia y Brasil.

Las exportaciones de Alemania están comenzando a sufrir las consecuencias negativas de la crisis mundial: menor tirón importador del Este europeo, el conflicto político con Rusia y sus derivas comerciales, la tensión del proceso de disolución política de Medio Oriente y el frenazo en los emergentes.

También afecta a la industria germana la debilidad del yen que permite una mejor competencia a los productos de Japón con los alemanes y europeos en general.

Todo esto, además de factores financieros y comerciales que merecen un análisis particular, ha repercutido sobre la economía alemana que ha visto descender su tasa de crecimiento de un 2,6% a finales del año pasado a un 0,9% en la actualidad, una bajada de gran calado.

Lo mismo revela la evolución del superávit comercial que pasó de 22.200 millones de euros en julio a 17.500 millones en agosto, al tiempo que respecto a hace 12 meses las exportaciones caen 1% y las importaciones un 2,4%, mostrando lentas pero crecientes dificultades en la industria.

Este negativo giro económico en Alemania es parte descollante de la crisis mundial que, de momento, se ha aliviado en Estados Unidos y Gran Bretaña, pero que extiende su mancha en el resto del mundo y será un factor que podría acelerar la marcha de Europa hacia la recesión y la deflación.

Sólo una revalorización a fondo del Gobierno alemán sobre la política económica, fiscal y monetaria que impulsa en su país y en todo el Viejo Continente podrá salvar a éste de mayores penuria o, al menos, aliviarlas.

Fuente: Télam

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