Por aquel entonces rondaba los U$S 576 millones, y en los siguientes cuatro años llegó a bajar hasta los U$S 424 millones, es decir, registró una reducción de 26,4% en el periodo.
Sin embargo, la gestión de PRO se encargó de revertir ese proceso llevando el pasivo público porteño de los U$S 424 millones en 2009 a U$S 1.904,3 millones en la actualidad, multiplicándolo por cuatro veces y media.
De esta manera, la administración Macri reinició un ciclo de endeudamiento, y si bien es cierto que el Ejecutivo puede alegar que, aún siendo mayores que en 2008, los indicadores actuales no comprometen seriamente las finanzas de la Ciudad, el sustrato ideológico que lo sostiene es la lógica del endeudamiento creciente.
En cambio, el camino de crecimiento económico que emprendió la Nación a partir de 2003, presenta una característica que lo distingue y diferencia de las administraciones que gobernaron la Argentina desde el restablecimiento del orden democrático: la subordinación de la economía a la política.
Y en lo que a endeudamiento respecta, la posición política del kirchnerismo fue que el ciclo de crecimiento de la deuda argentina que se inició con la última dictadura cívico militar; que condicionó económicamente al gobierno Raúl Alfonsín y que se profundizó durante los ´90, constituyó uno de los factures determinantes de la más profunda crisis social y económica padecida por los argentinos.
Y es, justamente, por esta concepción política que se inicia un proceso de desendeudamiento del sector público nacional.
Así, el gobierno nacional aprovechó la década de crecimiento económico, con un PIB real que creció 83%, entre 2003 y 2012, para desendeudar a la Argentina, reduciendo significativamente el peso de deuda, ganando independencia económica.
Fuente: Télam